Meditación.
Los administradores prudentes.
1. Velad.
Hace varios años tuve la oportunidad de asistir a una charla que nos fue impartida a un grupo de quince desempleados que buscábamos trabajo, con el fin de que nos dispusiéramos a vender un producto supuestamente milagroso elaborado especialmente para que quienes tenían un gran peso corporal perdieran muchos kilos en cuestión de poco tiempo por arte de magia. Por mi parte, yo, para no dejar de ser fiel a mi costumbre de ser malpensado (irónicamente hablando, la vida me ha enseñado a ser desconfiado), interrumpí al comercial que nos estaba impartiendo la citada charla para preguntarle sobre lo que podía ocurrir si se diera el caso de que aquel producto milagroso provocara la intoxicación de alguno de nuestros clientes por cualquier causa. En cuestión de escasos minutos se produjeron varias reacciones. Algunos de mis compañeros creyeron que yo era muy exagerado, dado que los componentes del citado producto eran, en parte, naturales, otros me dieron la razón, y el comercial pasó un buen rato hablándonos de la seguridad que tendrían nuestros clientes de no correr ningún peligro, y la satisfacción que supondría para ellos el hecho de perder mucho peso. Al final de la citada exposición, sólo una mujer se ofreció a vender el producto milagroso. Os he contado esta anécdota tan simpática porque vivimos marcados por el hecho de adelantar el futuro y agobiados por causa de la gran cantidad de deberes que tenemos pendientes. Cuando éramos pequeños, nuestros padres se esforzaron para educarnos, con el fin de que pudiéramos defendernos en este mundo tan complicado en que vivimos, cuando alcanzáramos la edad adulta. Por otra parte, vivimos con varios meses de adelanto, así pues, por citar un ejemplo, yo hago casi todas las compras de Navidad entre la primavera y el verano, ya que ello me ayuda a adquirir muchas cosas por menos dinero del que invertiría en las mismas a partir del mes de octubre. Yo no soy el único que vivo atrapado en la visión del futuro, así pues, los españoles podemos comprar la ropa que vamos a utilizar en pleno invierno a partir del mes de Julio, pues la tenemos en los centros comerciales a precios asequibles, ya que no nos gusta comprar esas prendas de vestir cuando el calor nos agobia. Hace algunos días me dijo un representante de una empresa de juego: "En esta vida no podemos darnos el lujo de desperdiciar la posibilidad de ganar un céntimo". Nuestra vida está enfocada a satisfacer nuestras carencias y las necesidades de nuestros familiares, así pues, desde la concepción de la sociedad que nos ha forzado a encerrarnos en un caparazón del que no podemos permitirnos salir fácilmente, no es comprensible nuestra creencia en el Reino de Dios, no sólo porque la existencia de Nuestro criador no se puede demostrar a nivel científico, sino porque nos cuesta aceptar el hecho de que todos somos iguales y debemos tener las mismas oportunidades de beneficiarnos en todos los aspectos de la vida, pero, a pesar de la citada creencia, Jesús no deja de intentar fortalecer nuestra fe, para que nuestro corazón esté dispuesto a recibirlo cuando acontezca su Parusía o segunda venida, al final de los tiempos.
Jesús nos dice en el Evangelio de hoy: (LC. 12, 35). Nuestro Señor nos dice que nos revistamos de los dones y las virtudes divinos para que estemos dispuestos a recibirlo cuando acontezca su Parusía. Con respecto a las lámparas de las que nos habla Jesús en el Evangelio de hoy, leemos en la obra de San Mateo: (MT. 25, 1-13).
San Lucas escribió en su primera obra: (LC. 13, 22-27. 12, 36).
San Marcos escribió en su volumen bíblico: (MC. 13, 33-37. LC. 12, 37).
Jesús le dijo a San Pedro durante la celebración de la última cena cuando éste se negó a que Nuestro Maestro le lavara los pies: (JN. 13, 8).
Jesús se vestirá como un siervo nuevamente cuando venga a nuestro encuentro por segunda vez, y hará con nosotros lo único que sabe hacer por humildad, es decir, salvarnos, seguir sirviéndonos, y seguir luchando contra nuestra debilidad hasta que venza nuestra fragilidad (LC. 12, 38-40).
joseportilloperez@gmail.com
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