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Profesemos nuestra fe alegremente. (Ejercicio de Lectio Divina del Evangelio del Domingo II del Tiempo Ordinario del Ciclo C).

   Domingo II del Tiempo Ordinario del Ciclo C.

   Profesemos nuestra fe alegremente.

   Ejercicio de lectio divina de JN. 2, 1-11.

   Lectura introductoria: IS. 62, 4-5.

   1. Oración inicial.

   Iniciemos este encuentro de oración y meditación, en el Nombre del Padre, del Hijo, y, del Espíritu Santo.

   R. Amén.

   Orar es hablarle al Dios Uno y Trino con plena confianza, cuando nos sentimos plenamente felices, y cuando nos embarga el corazón la tristeza.

   Orar es reconocer que tenemos una gran misión que llevar a cabo, entre ricos y pobres, y entre sanos y enfermos, pues todos ellos deben tener la posibilidad, de conocer, aceptar y amar, al Dios Uno y Trino.

   Orar es tener plena conciencia de que no queremos llevar a cabo nuestra misión cristiana en la más absoluta soledad, sino compartiendo las responsabilidades que tenemos con nuestros hermanos en la fe, en la medida que ello nos sea posible.

   Orar es tener plena conciencia de que nuestra misión cristiana consiste en enseñar a quienes quieran escucharnos predicarles el Evangelio a sentirse amados por Dios, pues muchos de ellos carecen de motivos para ser felices.

   Orar es saber que no llevaremos a cabo nuestra misión cristiana a nuestra manera, pues actuaremos siguiendo las indicaciones que recibamos del Espíritu Santo.

   Orar es trabajar para que nuestras iglesias sean espacios llenos de vida, tanto para quienes asistimos a las mismas asiduamente, como para quienes no lo hacen, y/o carecen de fe, en Nuestro Santo Padre.

   Orar es tener la costumbre de no ignorar a Dios, ya que no solo deseamos recurrir a Él cuando no podemos solucionar nuestros problemas, pues queremos permitirle ser parte de nuestra vida.

   Orar es alegrarnos al comprobar que Dios manifiesta su gloria en nuestra vida, haciendo extraordinarias, nuestras vivencias ordinarias.

   Oremos:

   Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a vislumbrar las razones que tenemos para creer que este mundo en que vivimos no es un valle de lágrimas, sino una ciudad en que tenemos la oportunidad de aprender a ser felices, en conformidad con las posibilidades que tenemos, para alcanzar tan anhelado objetivo.

   Las últimas letras (la desinencia) de la palabra esperanza (anza), nos recuerdan que la esperanza no se reduce a una espera, pues debemos procurárnosla. No podemos esperar alcanzar la plenitud de la felicidad, si no hacemos nada para conseguirlo.

   La Madre de Jesús fue invitada a una boda, y el Señor asistió a la misma, acompañado por sus nuevos amigos. Ello nos recuerda que tenemos la oportunidad de alcanzar metas en compañía de nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, y, hermanos en la fe.

   En nuestro mundo falta el vino de la alegría. Existen razones muy poderosas por cuya contemplación muchos pierden las ganas de progresar porque piensan que ello les es imposible. Por ello es necesario que el Cristianismo no se reduzca a imposiciones morales, pues debe ser una manera de vivir convincente, para que les sea útil a quienes lo acepten, y no se extinga.

   En el Evangelio que consideraremos en el presente trabajo, María, -como representante del resto de Israel que no permitió que su fe fuera distorsionada por las instituciones religiosas corruptas-, se dio cuenta de que algo le faltaba a su religión, para que la misma vivificara a sus seguidores. Oremos y esforcémonos para que el Cristianismo cubra las necesidades espirituales y materiales de los hombres, no haciéndoles imposiciones, sino actuando como el Dios a quienes se les da a conocer, porque es nuestra mejor posesión.

   Aunque Jesús le dijo a su Madre que no había llegado la hora de su Pasión, su muerte, su Resurrección y su posterior glorificación, cuando María le dijo que los contrayentes se quedaron sin vino, ella les dijo a los sirvientes, que siguieran las indicaciones de Jesús. Oremos para que nuestra confianza en Dios no se debilite jamás.

   2. Leemos atentamente JN. 2, 1-11, intentando abarcar el mensaje que San Juan nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.

   2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.

   2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el texto, las frases más relevantes del mismo.

   3. Meditación de JN. 2, 1-11.

   3-1. Dos comienzos diferentes del Evangelio de hoy.

   En el leccionario de la Misa, el Evangelio que estamos meditando, empieza con las siguientes palabras: "en aquel tiempo...". En las traducciones de la Biblia, el texto que estamos meditando, empieza con estas otras palabras: "Tres días después...". ¿Cómo se explica el hecho de que el leccionario de la Misa no concuerde con las traducciones de la Biblia? Quienes habéis seguido el ciclo litúrgico desde que lo comenzamos al iniciar el tiempo de Adviento, sabéis que las lecturas de los Evangelios de los Domingos anteriores, no han sido extraídas del cuarto Evangelio, sino de los Evangelios de los Santos Lucas y Mateo. Como durante tales domingos no hemos seguido el Evangelio de San Juan, el Evangelio de hoy comienza con palabras diferentes de las traducciones bíblicas.

   3-2. Los siete días de la nueva y definitiva creación.

   Una de las enseñanzas que se desprenden de los capítulos 1-11 del cuarto Evangelio, consiste en que San Juan nos presenta la obra llevada a cabo por Nuestro Salvador, como la creación de un nuevo mundo, que debía prevalecer, sobre las concepciones de los israelitas. Esta es la razón por la que San Juan empezó su Evangelio, comunicándoles a sus lectores que, Jesús, -nuestro Redentor-, existió siempre (JN. 1, 1).

   Mientras que los judíos creían que podían ganar el favor de Dios cumpliendo escrupulosamente la Ley de Moisés, -es decir, las prescripciones nacidas de la tradición de los ancianos-, San Juan creía que, la salvación de los cristianos, no era dependiente del cumplimiento de los citados mandamientos, sino de la recepción de la gracia divina, que todos recibimos de Cristo (JN. 1, 16-17).

   El primer día de la creación del nuevo orden llevada a cabo por Jesús, fue el día en que San Juan Bautista testimonió su fe, ante los sacerdotes y levitas  que fueron enviados desde Jerusalén para interrogarlo, pues, al considerar que su bautismo podía ser equiparado al paso de los hebreos por el mar Rojo al concluir su esclavitud en Egipto, y por el Jordán, para que pudieran entrar en la tierra prometida, y por ello podía simbolizar el cambio de las estructuras religiosas vigentes, lo consideraron molesto, porque se lucraban aprovechándose de la ocupación romana, y de la situación de pobreza e ignorancia que sufría Israel (JN. 1, 19-28).

   El segundo día del nuevo orden mundial llevado a cabo por Jesús, aconteció cuando El Bautista señaló a Jesús, afirmando que es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, testimoniando  su experiencia del amor del Padre, y demostrando que todos podemos tener la citada vivencia (JN. 1, 29-34).

   el tercer día del nuevo orden mundial espiritual, estuvo marcado por las siguientes vocaciones al discipulado, de quienes, tiempo después, llegaron a ser Apóstoles del Mesías. La indicación de la hora décima, indica la cercanía de la hora duodécima, -la última hora de luz del día-, lo cual significaba que estaba a punto de concluir la historia del Israel que se gozaba de tener el privilegio de ser superior a los paganos, para dar paso a un modo de vivir de carácter universal, llamado Cristianismo.

   Andrés representa a quienes están abiertos a las novedades que pueden hacerles crecer espiritualmente. Él aceptó a Jesús como Mesías, y le comunicó a su hermano Pedro que había conocido a Jesús, pero, quien llegó a ser el primero de los Apóstoles del Señor, aunque de alguna manera había roto con las instituciones judías, tenía sus propias convicciones, por lo que, en un principio, no se mostró dispuesto, a dejarse adoctrinar por Nuestro Salvador.

   Recordemos que, entre los cristianos, hay muchos imitadores, de estos dos hermanos, que llegaron a ser, Apóstoles de Jesús (JN. 1, 35-42).

   el cuarto día de la creación de Jesús, estuvo caracterizado por las vocaciones al discipulado de Felipe y Natanael. Ambos amigos de Jesús tenían el pensamiento de que el Mesías debería haber surgido según la mentalidad de los judíos, entre quienes pertenecían a la realeza. Jesús les demostró que el Dios Uno y Trino no discrimina a ningún estamento social, y que serán salvos todos los que acepten a Nuestro Salvador como Enviado del Padre a redimirnos (JN. 1, 43-51).

   Tres días después, se celebró la boda en Caná de Galilea a la que asistieron Jesús y sus amigos, (nótese el paralelismo entre dicho tercer día y aquel otro tercer día en que Jesús resucitó de entre los muertos), la cual será considerada en este ejercicio de lectio divina. Si tenemos en cuenta que los judíos contaban los tres días a partir del cuarto día en que acontecieron las vocaciones de Felipe y Natanael, vemos que la boda de Caná se celebró el sexto día de la instauración del nuevo orden universal, -el cual es conocido como día del Mesías-, que fue narrado en JN. 2, 1-11, 54), al inicio del apartado, en que Jesús denunció la corrupción de las instituciones religiosas judías, lo cual hizo que las tales perdieran el privilegio de tener la primacía, de ser portadoras de la Palabra de Yahveh.

   3-3. El significado de la boda, y la presencia de María en la misma (JN. 2, 1).

   En la Biblia, la relación que Dios mantiene con sus fieles creyentes, se simboliza por medio de una boda. Veamos un ejemplo de ello: (IS. 61, 10-11).

   En el Evangelio que estamos considerando, María simboliza a los israelitas que, en lugar de estar firmes en sus convicciones como Pedro y Natanael, no permitieron que las instituciones religiosas corrompieran su fe, y siempre aguardaron el día de la llegada del Mesías al mundo. Esta es la razón por la que María recurrió a Jesús cuando los novios se quedaron sin vino durante la boda, indicando que, a pesar de la situación de dominación y miseria que vivía el pueblo de Dios, el resto de Israel, esperaba la llegada del Mesías, cuya procedencia divina, lo haría superior a las instituciones religiosas corruptas.

   3-4. Jesús y sus amigos fueron invitados a la boda (JN. 2, 2).

   Las bodas solían durar entre una y dos semanas, exceptuando los casos en que las novias eran viudas, en que las celebraciones no debían prolongarse más de tres días. Cuando quienes se casaban tenían suficientes medios económicos para organizar una gran fiesta, invitaban a todos los habitantes de sus pueblos, los cuales asistían a las citadas fiestas, con tal de que los familiares de los contrayentes no se ofendieran, si no lo hacían.

   3-5. Significado del vino (JN. 2, 3).

   María le dijo a Jesús que los novios no tenían vino, indicando que, quienes no permitieron que su fe fuera corrompida por las instituciones religiosas, sabían que, la religión promovida por sus líderes religiosos, no era el estilo de vida que Dios deseaba para sus creyentes, de hecho, el Judaísmo dejó de ser la religión mediante la que Dios siguió manifestándose a la humanidad, porque, los hijos de su pueblo, se quedaron sin vino.

   Teniendo en cuenta que el pasaje de la boda de Caná simboliza el paso del Antiguo Testamento al Nuevo y definitivo Pacto de Dios con los hombres, nos es fácil percatarnos del significado del vino, pues, de la misma manera que Jesús convirtió posteriormente el agua en vino para que la fiesta no se terminara, y los novios no fueran avergonzados, Nuestro Salvador fue torturado, murió y resucitó, para demostrarnos que, Nuestro Padre común, nos ama sinceramente. el vino es un símbolo de la Sangre de Jesús, que fue derramada, para alcanzarnos la redención de nuestros pecados.

   Supuestamente, los judíos podían estar en paz con Dios, si cumplían sus 613 preceptos legales, lo cual no era posible para ellos,  por consiguiente, la Ley que debería haber sido garante de salvación, fue convertida, por las autoridades religiosas de Palestina, en una trampa, que asfixiaba a los creyentes, y les impedía alcanzar la felicidad, dado que les era imposible mantener una buena relación con Dios, por su incapacidad de cumplir, todos los preceptos de su Ley, conocida como  la tradición de los ancianos. Ello contiene un mensaje importante para nosotros, si consideramos que nuestra religión es un código de imposiciones y prohibiciones que nos amargan la existencia, y no un camino de crecimiento espiritual, que nos conduce a la presencia de Nuestro Padre celestial.

   Al ser un símbolo de la Sangre de Jesús derramada para demostrarnos que Dios nos ama, el vino también simboliza la alegría de los cristianos, una alegría que, desgraciadamente, muchos de nosotros, no le transmitimos al mundo. en el Evangelio que estamos meditando, el agua que debía haber sido utilizada por los judíos para purificarse, acabó convirtiéndose en vino generoso. Esta es la razón por la que el agua simboliza a los cristianos sumisos que cumplen las prescripciones religiosas sin pensar en el por qué de la existencia de las mismas, y a quienes están fanatizados con el citado cumplimiento porque temen no estar a la altura de las exigencias que Dios les hace, y por ello temen por sus almas.

   De poco nos sirve vivir, si no podemos ser felices, porque no descubrimos el sentido de nuestras frustraciones. Igualmente, de poco nos sirve el cumplimiento de los preceptos religiosos, si ello no nos ayuda a ser felices, sino a actuar como fanáticos, que rechazan a un mundo en que viven, que, simplemente, no comprende su forma de proceder, y, si la comprende, no la acepta, porque, aunque probablemente desconoce a Dios, distingue entre el fanatismo, y la sanidad psicológica.

   Quienes cumplen los preceptos religiosos porque estiman que ello es correcto y son simbolizados por el agua, no pueden compararse con quienes son simbolizados por el vino, porque, mientras estos solo hacen lo que creen que es justo, los otros, al actuar como enamorados de la imitación de Cristo, no tienen límites a la hora de hacer el bien, porque no actúan por conveniencia, ni por aparentar, ni por miedo a la condenación eterna, sino por amor a Dios, y a sus hijos los hombres.

   3-6. Una respuesta aparentemente desconcertante (JN. 2, 4).

   Ningún judío llamaba "mujer" a su madre, aunque este término hacía referencia a una mujer casada, por lo que implicaba absoluta cortesía. Para comprender la respuesta de Jesús a María, entenndamos que ambos expresaban ideas distintas, así pues, mientras que María le habló a su Hijo de que los novios se quedaron sin vino, el Señor pensaba en su Pasión, muerte y Resurrección. Nadie podría salvarse si Jesús no nos demostraba su amor muriendo y resucitando, lo cual es interpretado por el hecho de que, si los novios hubieran tenido vino, hubieran podido seguir celebrando su fiesta.

   Una de las contradicciones más curiosas que San Juan nos hace vislumbrar a modo de ironía en el texto que estamos considerando, consiste en que no fue el maestro de ceremonias (el maestresala) quien anunció el fin de la fiesta cuando los novios se estaban quedando sin vino. El maestresala es presentado como un líder religioso que estaba a gusto con su situación privilegiada, y estaba dispuesto a aprovecharse de la misma, mientras le fuera posible. Ello me recuerda que nuestras iglesias se quedan vacías, y que todos los católicos, -tanto religiosos como laicos-, tenemos el deber de evangelizar al mundo, no ofreciéndole el agua de las imposiciones y prohibiciones, sino el vino de la alegría de vivir la imitación de Cristo.

   Jesús le dijo a María que aún no había llegado la hora en que iba a ser atado por la muerte para que no hiciera ningún prodigio, ni el día en que iba a ser glorificado, después de resucitar de entre los muertos. Si Jesús aún no estaba atado por la muerte, podía hacer lo que su Madre le pedía.

   Notemos que, en el diálogo que estamos considerando, Jesús llamó a su Madre "mujer" y no "madre", y que María no llamó a Jesús "Hijo". María aparece en este Evangelio como el modelo de creyente que, aunque quizás no comprendió la enigmática respuesta de su Hijo, en lugar de perder la fe, se empeñó en mantener la citada virtud teologal, lo cual logró, que Jesús le concediera, lo que le pidió. Jesús y María no se llamaron "Madre" e "Hijo", porque estaban situados en diferentes perspectivas, así pues, mientras María pertenecía al Antiguo Testamento, Jesús aún estaba llevando  a cabo la creación del nuevo orden, en que, -no podía ser de otra manera-, María fue insertada, posteriormente.

   Jesús no llamó "Madre" a María, indicando que rompió totalmente con las instituciones judías, y se lanzó a la aventura de crear un orden universal nuevo.

   3-7. La ejemplar fe de María (JN. 2, 5).

   Es difícil demostrar empíricamente si María le pidió a Jesús que resolviera el problema de los recién casados consiguiéndoles vino milagrosamente, o si, simplemente, le preguntó, si sabía algún lugar, donde pudieran conseguir vino, para que los novios, no fueran avergonzados. Ante la desconcertante respuesta de Jesús, María reaccionó indicándoles a los sirvientes, que obedecieran a su Hijo.

   Cuando le hagamos peticiones a Dios, actuaremos, -en la medida que nos sea posible hacerlo-, como si se nos hubiera concedido, lo que tanto deseamos. No permitamos que se nos debilite la fe, si Dios tarda tiempo en concedernos, lo que le pidamos.

   3-8. La ironía de las tinajas vacías (JN. 2, 6-7).

   ¿No os parece raro el hecho de que las tinajas estuvieran vacías, teniendo en cuenta que los judíos se lavaban los antebrazos para comer, y, precisamente, estaban en un banquete de bodas? Ello indica que Nadie puede salvarse cumpliendo la Ley de Moisés, pero también tiene su aplicación para nosotros. Ahora, en lugar de preguntarnos si nuestras vidas son tinajas llenas del agua de una religión que solo nos aporta prohibiciones y enfermedades psicológicas por no poder cumplir cientos -o miles- de preceptos, o si son tinajas llenas del vino de Cristo que nos aporta todo lo que necesitamos para vivir como hijos de este mundo y en la presencia de Nuestro Santo Padre, preguntémonos si somos tinajas vacías, si no tenemos nada que nos motive a superarnos a nosotros mismos, y, por consiguiente, nada que aportarles a nuestros prójimos los hombres, para demostrarles que es posible vivir, imitando a Nuestro Salvador.

   Jesús fue a la boda de Caná el sexto día de su labor creadora, y, seis era el número de las tinajas que debían estar llenas de agua para que los judíos pudieran purificarse. El número seis significa algo incompleto, y hace referencia al sexto día de la creación del Génesis, en que Dios creó al hombre. Es esta la causa por la que, el sexto día de su labor creadora, Jesús emprendió su reforma de las instituciones judías, con el fin de que las mismas, contribuyeran a mejorar, la calidad de la religiosidad de los hombres.

   Ya que somos cristianos, ¿hemos encontrado la manera de acercarnos a quienes no asisten a nuestras iglesias?

   ¿Sabemos por qué mucha gente no asiste a las celebraciones de culto, o pensamos que lo hace por maldad, casualidad o comodidad?

   3-9. La humildad de Jesús y la cerrazón del maestresala (JN. 2, 8-10).

   De la misma manera que Jesús convirtió el agua en vino haciendo que se enterara de ello el menor número de asistentes a la boda posible, toda su vida actuó humildemente, y nos redimió, sin que muchos de sus creyentes supieran qué día lo asesinaron, porque sus enemigos tramaron su ejecución rápidamente, aprovechándose de los preparativos de la fiesta de Pascua, en que dichos creyentes debían estar ocupados, así como también habrían de estarlo, los miembros del alto Tribunal judío, que no estaban de acuerdo, con la crucificción del Mesías.

   El maestresala no sabía de dónde habían sacado los novios el vino que los sirvientes le dieron a probar, pero, en realidad, ello le traía sin cuidado. De nada nos sirve que se nos predique la Palabra de Dios, si no cambiamos nuestras percepciones antiguas -tales como el odio a los judíos y el rechazo a los cristianos no católicos- que han resultado ser inocuas, por la vivencia de la imitación de Jesús, que debe caracterizarnos.

   Al igual que en la boda de Caná se repartió el mejor vino a última hora, nosotros hacemos muchas cosas, antes de confiarnos a la amorosa Providencia de Dios.

   ¿Cuándo confiaremos en Dios, y nos amoldaremos al cumplimiento de su voluntad?

   3-10. Jesús manifestó su gloria, -es decir, se dio a conocer a Sí mismo- (JN. 2, 11).

   La manera en que Jesús convirtió el agua en vino, manifestó la forma en que el Señor llevaría a cabo su ministerio, sirviendo a quienes tenían carencias espirituales, y materiales. Los milagros no son actos humanos, sino actos sobrenaturales, por medio de los cuales, se nos demuestra el poder de Dios. Los milagros de Jesús, siempre fueron renovaciones importantes para quienes fueron sanados de sus enfermedades, fueron alimentados, y resucitaron de entre los muertos. Jesús no es un súper hombre, sino el Dios que continúa su creación, purificándonos y santificándonos.

   3-11. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos, individualmente.

   3-12. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de asimilarlos.

   4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en JN. 2, 1-11 a nuestra vida.

   Respondemos las siguientes preguntas, ayudándonos del Evangelio que hemos meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.

   3-1.

   1. ¿Recuerdas de qué Evangelios hemos extraído las terceras lecturas dominicales de las últimas dos semanas?

   3-2.

   2. ¿Con qué relato del Génesis podemos comparar los 11 primeros capítulos del cuarto Evangelio?
   3. ¿Por qué inició San Juan su Evangelio recordándoles a sus lectores que Jesús existió siempre?
   4. ¿Qué creían los judíos que debían hacer para que dios los favoreciera?
   5. ¿De qué nos enseña San Juan que depende la salvación de los cristianos?
   6. ¿Por qué quisieron los saduceos y fariseos investigar el mensaje que predicaba San Juan Bautista?
   7. ¿Quiénes se convirtieron al Evangelio el tercer día de la obra creadora de Jesús?
   8. ¿En qué se diferenciaban los hermanos Andrés y Pedro?

   3-3.

   9. ¿Qué simbolizaban María y la boda de Caná?

   3-5.

   10. ¿Por qué fue María la que actuó cuando se percató de que los novios se quedaron sin vino, y el maestresala no hizo nada al respecto?
   11. ¿Qué relación hay entre el vino y la Sangre de Jesús?
   12. ¿Qué diferencia hay entre considerar la religión como un código de imposiciones y prohibiciones y como un camino de crecimiento espiritual?
   13. ¿Nos percibe el mundo como discípulos de Jesús alegres? ¿Por qué?
   14. ¿Qué diferencia hay entre el agua y el vino a nivel simbólico?

   3-6.

   15. ¿Por qué Jesús le respondió a María de una manera que puede desconcertarnos?
   16. ¿Por qué Jesús no llamó “Madre” a María, ni ella lo llamó “Hijo”?

   3-7.

   17. ¿Cómo actuamos cuando Dios tarda tiempo en concedernos lo que le pedimos?

   3-8.

   18. ¿Qué significan las tinajas vacías, y el número seis?
   19. ¿Son nuestras vidas tinajas vacías?
   20. ¿Son nuestras vidas tinajas de agua, o tinajas de vino?
   21. ¿Con qué intención intentó Jesús reformar las instituciones de los judíos?
   22. ¿Hemos encontrado la manera de acercarnos a quienes no asisten a nuestras iglesias?
   23. ¿Sabemos por qué mucha gente no asiste a las celebraciones de culto, o pensamos que lo hace por maldad, casualidad o comodidad?

   3-9.

   24. ¿Qué opinión te merece la humildad de Jesús?
   25. ¿Actuamos imitando la cerrazón del maestresala?

   5. Lectura relacionada.

   Leamos y meditemos el capítulo 54 del libro de Isaías.

   6. Contemplación.

   Contemplemos a Jesús con María y sus amigos en la boda de Caná, llevando a cabo su misión evangelizadora, al mismo tiempo que celebraba la dicha de tener  Consigo a quienes amaba, enseñándonos que, la profesión de nuestra fe, es un gran motivo de alegría.

   Contemplemos a María diciéndole a Jesús que los novios se quedaron sin vino. No fue el maestresala quien se percató de aquella situación, sino una mujer del pueblo sencillo, que no tenía más poder que su fe, para pedirle a Dios que resolviera aquel problema, a fin de que los recién casados, no fueran avergonzados.

   Las tinajas de piedra podían parecerse a la forma que podemos tener de vivir nuestra religiosidad, si no encontramos respuestas para satisfacer las necesidades espirituales y materiales, que caracterizan a la humanidad. No seamos tinajas vacías de amor y solidaridad. Ofrezcámosles a quienes se dejen evangelizar el vino del gozo que significa para nosotros ser discípulos de Jesús.

   7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos extraído de la Palabra de Dios, expuesta en JN. 2, 1-11.

   Comprometámonos a transmitirle parte de nuestro gozo cristiano a alguien de quien sepamos que se siente triste, por causa de sus problemas actuales.

   Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.

   8. Oración personal.

   Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del mismo que hemos hecho.

   Ejemplo de oración personal:

   Padre nuestro que estás en el cielo, que te nos manifiestas por medio de quienes creen en Ti, y viven imitando la conducta que observó Jesús:

   Ayúdanos a tener la apertura de mente necesaria para evangelizar a quienes quieran conocerte por nuestro medio, a partir de sus gozos y tristezas actuales, a fin de que puedan comprender que quieres hacer extraordinarias, sus vivencias ordinarias.

   9. Oración final.

   Leamos y meditemos el Salmo 45.

   José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en

joseportilloperez@gmail.com

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