Introduce el texto que quieres buscar.

Nuestro Sumo Sacerdote es Jesucristo. (Meditación de la segunda lectura del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario del Ciclo B).

   2. Nuestro Sumo Sacerdote es Jesucristo.

   Meditación de HB. 4, 14-16.

   El sacerdocio de Cristo es superior al sacerdocio de los sumos sacerdotes judíos, quienes ofrecían sacrificios, tanto por sí mismos, como por el pueblo de Yahveh, porque Nuestro Señor, al no haber sucumbido al pecado, no tuvo que hacer sacrificios por Sí mismo.

   Mientras que los sumos sacerdotes ofrecían sacrificios una vez al año para suplicar el perdón de sus pecados y el del pueblo de Israel, Jesús se sacrificó una sola vez, y ello le valió para redimir a quienes lo acepten como Enviado de Dios al mundo.

   Jesús, por ser sacerdote, es Mediador ante Dios y nosotros. Como representante de los hombres, Jesús intercede ante el Padre por nosotros en el cielo, y, como representante del Padre, el Señor nos administra el perdón, pues nos lo consiguió por medio de su Pasión, muerte y Resurrección.

   Jesús conoce perfectamente a Nuestro Santo Padre y al Espíritu Santo, porque es la segunda Persona de la Santísima Trinidad, y, al mismo tiempo, por cuanto es Hombre, y conoce nuestros gozos y sufrimientos, intercede ante el Padre por nosotros, no una sola vez al año como lo hacían los sumos sacerdotes judíos por sí mismos y por sus hermanos de raza, sino, constantemente. No olvidemos que Jesús escucha nuestras oraciones, aunque, por causa de la visión que tenemos de nuestras tribulaciones, creamos que nos ha desamparado.

   Jesús, al haber experimentado muchas tentaciones tal como nos sucede a nosotros, conoce la facilidad con que cedemos a unas, y el esfuerzo que nos supone vencer otras. Cristo puede compadecerse de nosotros porque fue tentado en todos los aspectos de la vida en que los hombres solemos fallarle a Nuestro Santo Padre.

   Si Cristo no sucumbió a las tentaciones a que fue expuesto por el Demonio, ello nos ayuda a concienciarnos de que nuestra fragilidad humana no nos separará del Dios Uno y Trino, porque San Juan escribió en su primera Carta, las siguientes palabras, expuestas en 1 JN. 5, 18.

   Nosotros hemos podido pecar antes de desear amoldar nuestra vida al cumplimiento de la voluntad de Dios, pero Cristo nos ayuda a superar nuestra fragilidad humana, para que seamos dignos de vivir, en la presencia de Nuestro Padre común.

   Si Cristo no se dejó seducir por el pecado, nosotros alcanzaremos la pureza por su gracia, por más que nos cueste vencer nuestra humana fragilidad, que suele ser tendente a cometer los mismos errores, en más de una ocasión.

   -Acudamos a Jesús en oración con reverencia, porque el Señor es Nuestro Dios.

   -Acudamos a Jesús en oración con confianza, porque Él es Nuestro Hermano, Amigo y Maestro Consejero.

   -No acudamos a Jesús en oración con prisa. Disfrutemos nuestros encuentros con el Señor, pues Él es Nuestro mejor Amigo.

   -No acudamos a Jesús en oración temerosos de pedirle a Dios que nos conceda lo que necesitamos, pues ello nos deja clara evidencia, de que no confiamos en Él plenamente. Pidámosle a Jesús lo que necesitemos, y esperemos que nos conceda todo lo que contribuya a nuestra purificación, nuestra santificación, y nuestra salvación eterna.

José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tus peticiones, sugerencias y críticas constructivas