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Meditación para la solemnidad de San José, esposo de la Virgen María. (19 de marzo).

      Meditación.

   A pesar del protagonismo que nuestro santo tuvo en la vida de Jesús, en la Biblia se nos da una información muy reducida con respecto al marido de María, la cuál nos es suficiente como para reconocer los méritos que coronaron la existencia del Patrón de la Iglesia Católica, los seminaristas y la buena muerte. En la Biblia se nos dice que José pertenecía al linaje de David (MT. 1, 20), por lo cuál era de Belén. Él pactó con Joaquín su matrimonio con María. José no sabía que Dios iba a cambiar sus planes de una forma inesperada. Antes de contraer matrimonio con la Madre del Mesías, José supo que su prometida estaba embarazada (MT. 1, 19), por lo cuál la Ley (LV. 20, 10) le obligaba a lapidarla, para extirpar el adulterio de Israel. Si él asesinaba a su prometida no podría evitar la difusión de aquel hecho que era conocido por todos los habitantes de Nazaret. Él amaba demasiado a María como para asesinarla, pero no podía aceptar el hecho de convivir con un Hijo de María que le recordaría todos los días de su vida la supuesta infidelidad de su futura esposa.

   Dios tiene la solución ideal a todos nuestros problemas, pero, antes de iluminarnos, pone a prueba nuestra voluntad, con el fin de que nos conozcamos. Cuando con gran alegría Nuestro Padre común vio que José en lugar de querer lapidar a su futura esposa decidió alejarse de su prometida secretamente, hizo que un ángel le dijera que se casara con la hija de Ana, pues el fruto de su vientre procedía del Espíritu Santo (MT. 1, 20), por lo cuál había de creer que ella no le había sido infiel.

   José hubo de organizar su boda rápidamente antes de que Jesús naciera para evitar las miradas burlonas y críticas de los nazarenos, y para emprender el viaje a Belén junto a su mujer, pues ambos habían de empadronarse cuando Tiberio, el Emperador de Roma, realizó un censo, con el fin de obtener dinero para subvencionar las obras imperiales (LC. 2, 1-5).

   A pesar de que José tenía medios suficientes para hospedarse en la posada de Belén, Dios quiso que viviera la terrible humillación de ver nacer a Jesús en una cueva que los pastores utilizaban como establo, mientras que, según un relato apócrifo, Dios gozó intensamente al nacer entre dos animales muy dóciles que calentaron al Niño Dios con su aliento, una mula y un buey. Ojalá todos comprendiéramos que en el mundo que vivimos no podemos prescindir unos de otros, y por ello empezáramos a transmitirnos el afecto que ha de caracterizarnos para que podamos aprender a compartir nuestras posesiones con quienes las necesitan. José recibió una gran lección de amor y compañerismo de adversidad cuando los pastores visitaron a la Sagrada Familia en la cueva de Belén.

   La Profecía de Simeón (LC. 2, 28-32) hizo que nuestro santo sufriera mucho al saber que no sería partícipe del sufrimiento de Jesús y María porque tenía que  morir antes de que las personas que más amaba entraran en agonía. La vida del Patrón de la Iglesia fue una gran lucha contra sus sentimientos, una gran resistencia contra la idea de que su mujer le fue infiel en su juventud, un intenso esfuerzo para aprender a amar a un Hijo que no fue engendrado como compendio del vínculo que le unía a la mujer que amaba, y un esfuerzo constante por resistir a la miseria que invadía al país de los judíos por causa de las diversas injusticias que se llevaban a cabo en esa tierra.

   Os copio un fragmento de la meditación que edité el día de la Sagrada Familia con la pretensión de que podamos recordar cuál era la situación social que vivió la Sagrada Familia de Nazaret:

   "Son muchas las familias que tienen problemas graves. Muchos hijos no comprenden la forma de pensar de sus padres, y muchos padres no pueden aceptar la forma de proceder de sus hijos. Como ha sucedido siempre a lo largo de la Historia, tenemos muchos problemas que afectan nuestras relaciones de familia. En los años en que Jesús vivió en Palestina, aquel país estaba dominado por los romanos, los cuáles no se privaban de usar la violencia para someter a los judíos. Igual que en el tiempo de Jesús, existen hombres capaces de hacer cualquier cosa por aumentar su riqueza, y verse encumbrados en la más alta cima del poder. Al igual que sucede en nuestro tiempo, el terrorismo estaba presente en el país de Jesús, pues los zelotes siempre asesinaban a las víctimas que seleccionaban cuidadosamente. Todos los contemporáneos de Nuestro Señor estaban sometidos a las percepciones religiosas de la clase sacerdotal, de igual forma que en nuestro tiempo mucha gente vive sometida a los líderes espirituales que dirigen cuidadosa y astutamente las sectas a las que pertenecen. Muchos niños, jóvenes y adultos pasan bastantes horas frente al televisor y el ordenador, obviando la posibilidad de desarrollar su espiritualidad, impidiéndose a sí mismos el hecho de comunicarse con sus prójimos.

   Gracias a Dios estamos superando enfermedades que en el pasado eran mortales y en nuestro tiempo carecen de importancia porque pueden ser curadas con una facilidad muy relativa, pero, al sumirnos excesivamente en la observación de los avances científicos, nos estamos construyendo un caparazón, y por ello cada día nos sentimos más aislados. Me asombra mucho la debilidad que caracteriza a quienes no son capaces de enfrentarse a sus dificultades. María no contó con la ayuda de ningún psicólogo cuando temió que José la asesinara por haberle sido supuestamente infiel. José no contó con ningún libro de autoayuda para borrar de su alma el resentimiento letal que le causaba el supuesto acto de adulterio que María cometió contra su persona. José y María no contaron con la asistencia social que hubieran necesitado sin duda cuando tuvieron que huir a Egipto amparándose en las tinieblas de la noche para salvar a Jesús de la muerte.

   ¿Por qué les encomendó Dios la extraña misión de salvarle la vida a Jesús a María y a José?

   ¿Cómo podría aquel Niño salvar a su pueblo en el futuro si Dios lo puso en el mundo sin diferenciarlo de otros niños, exponiéndolo a la muerte?

   En nuestro tiempo hay mucha gente incapacitada para luchar y lograr sus objetivos. Cada día hay más gente que quiere divorciarse. La Sagrada Familia resistió sus dificultades. No podemos decir que Dios facultó a la Sagrada Familia con dones especiales para que resistiera perfectamente sus problemas, así pues, es digno de recordar el malentendido que les surgió cuando Jesús desapareció de la vista de los padres con motivo de la celebración de la Pascua (LC. 2, 41-50), pues sus progenitores creían que su Hijo estaba con alguno de sus parientes".

   José fue un regalo que Dios les hizo a Jesús y a María para que les protegiera y les amara. José fue para sus familiares más queridos la imagen del Dios amante y protector a quienes ellos se sometieron por designio divino y porque en aquel tiempo los niños y las mujeres eran inferiores a los hombres, así pues, aunque no dudamos del amor que José le manifestó a su Hijo, eran muchos los hombres que tenían a sus descendientes como si los mismos fueran sus esclavos.

   José de Nazaret, por tu dolor, por tu aceptación de la paternidad de Jesús y de la Iglesia, y por el amor y protección que le brindaste a María, pídele a Dios que, independientemente de nuestras divisiones, todos aprendamos a ser hermanos unos de otros, para que, a través del ejercicio de la caridad, veamos en Dios a Nuestro Padre verdadero, y por ello empecemos a vivir en esta tierra, haciendo de ella el Reino de Dios presente entre los miembros de nuestra Santa Madre Iglesia. Amén.

José Portillo Pérez

joseportilloperez@gmail.com