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Primeramente Dios se reveló a su pueblo por medio de sus Profetas, y en el siglo I de nuestra era cristiana, lo hizo por medio de su Primogénito. (Meditación de la segunda lectura de la Misa del día de la Natividad del Señor).

   Meditación.

   2. Primeramente Dios se reveló a su pueblo por medio de sus Profetas, y en el siglo I de nuestra era cristiana, lo hizo por medio de su Primogénito.

   Meditación de HEB. 1, 1-6.

   Los destinatarios de la Carta a los Hebreos eran judíos cristianizados que tenían un buen conocimiento del Antiguo Testamento, pero que, debido a la duda, la persecución de los fariseos o a la enseñanza herética que se difundía en el siglo I después de Cristo por causa de la aparición de denominaciones religiosas que utilizaban parte de las enseñanzas de Jesús para promover sus doctrinas, se les debilitó la fe en el Mesías, y añoraron su retorno al Judaísmo. Es por ello que el autor de la Carta a los Hebreos les demostró a sus lectores que el Cristianismo es superior al Judaísmo, y que Jesús es el Sumo Sacerdote por antonomasia que, por cuya Pasión, muerte y Resurrección, obtuvo su pueblo santo.
   Dios se manifestó a su pueblo por medio de sus Profetas en tiempos del Antiguo Testamento. A modo de ejemplos, recordemos como Yahveh se le manifestó a Abraham en GN. 18, 1-33, y a Isaías en IS. 6, 1-13. Los oyentes de Jesús estaban acostumbrados al hecho de que Dios se les reveló a sus antepasados por medio de sus Profetas, pero a muchos les costaba aceptar al Hijo de María como Unigénito de Dios, ya que pensaban que, Yahveh, por ser espiritual, no podía reproducirse. El autor de la Carta a los Hebreos, nos presenta a Jesús, como culminación de la revelación de Dios a la humanidad.
   Cuando en COL. 1, 15 se nos informa de que Jesucristo es la imagen del Dios invisible, se nos dice que Nuestro Señor es igual que Nuestro Padre celestial. Esta es la razón por la que el autor de la Carta a los Hebreos no nos presenta a Jesús como imagen de Dios, sino como Deidad suprema, sin diferenciarlo de Nuestro Padre común, ni del Espíritu Santo. Si Jesús es Dios, participó en la obra creadora divina desde que creó el mundo (JN. 1, 1-3. COL. 1, 16). Si el Mesías es Dios, tiene los atributos característicos de la Divinidad suprema, tales como la eternidad y la inmensidad. Es por ello que no es posible tener una visión realista de Dios sin creer en Jesús, que fue quien nos reveló la realidad de Nuestro Padre celestial.
   Los últimos tiempos en que Dios se nos manifestó por medio de su Hijo según HEB. 1, 2, son los años que van desde la manifestación de Jesús como Mesías, hasta el fin de los tiempos, en que acontecerá la plena instauración del Reino de Dios entre nosotros, sin que la humanidad sea víctima del sufrimiento.
   en el libro bíblico cuyos seis primeros versículos estamos considerando, se relaciona el poder creador de Dios, con el poder salvador divino, así pues, el Dios que creó el género humano, tiene poder para salvarnos, y desea hacerlo. Es por ello que no tiene sentido pensar en el hecho de que no podemos ser perdonados por Dios (ROM. 5, 20). Alegrémonos al pensar que Dios nos amó hasta permitir el sacrificio de su Unigénito, con el fin de que podamos creer que no nos despreciará eternamente (JN. 3, 16).
   El nombre más excelente de Jesucristo es "Hijo de Dios." Ese nombre es superior a todos los nombres y títulos característicos de los ángeles. En los inicios del Cristianismo surgieron predicadores que enseñaban que los hombres sólo podían comunicarse con Dios por medio de los ángeles. De aquí proviene una idea profesada por los testigos de Jehová y otras denominaciones cristianas que rechazamos los católicos, la cual consiste en que Jesús es el ángel de Dios que tiene mayor rango. No olvidemos que sólo Jesús es digno de ser adorado por nosotros por cuanto es Dios, y que no nos está permitido idolatrar a los ángeles (COL. 2, 18).

José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com