Meditación para el Domingo II después de Navidad.
1. Durante estos días, cuando entramos al Templo, solemos dirigir nuestra mirada a la Sagrada Familia representada en el Nacimiento de Nuestro Hermano y Señor Jesús. A pesar de que en la gran mayoría de iglesias latinas sólo se celebrará la Liturgia correspondiente a la Sagrada Familia que también festejamos en esta ocasión, es muy positivo el hecho de que analicemos detenidamente los textos correspondientes a este Domingo de Navidad, pues la Iglesia, a través de dichos textos, nos propone que recordemos a los personajes más relevantes de nuestra Historia Sagrada, la ascendencia y descendencia del Mesías.
2. A lo largo de la Historia de la salvación, Dios se nos ha revelado a través de una ingente multitud de Profetas e innumerables circunstancias que, ya nos hayan parecido positivas o adversas, han sido utilizadas por la Divina Providencia para inculcarnos el conocimiento del amor de Dios que nos ha reunido nuevamente ante el Altar del Señor, porque, hermanos, no hemos venido al Templo impulsados por nuestro deseo de encontrarnos con Dios, pues ha sido el Espíritu Santo quien nos ha sacado de los asuntos mundanos unos minutos para que nos dediquemos a meditar la Palabra de Dios.
3. El ejemplo de Abram -a quien posteriormente Dios llamó Abraham-, es muy significativo para nosotros. Todos sabemos que la Cristología es la ciencia teológica que nos ayuda a adquirir el conocimiento de Jesucristo equiparando a ciertos personajes del Antiguo Testamento con el Mesías Ungido por el Espíritu Santo. Si David fue la viva imagen de Jesús en diversas circunstancias de su vida, de igual forma que posteriormente le ocurrió a su hijo Salomón, Abraham es la viva imagen del Dios que quiso expandir sus dones y virtudes creando la comunidad humana. Sabemos que Dios nunca ha estado sólo pues la Trinidad no es otra cosa que una Familia constituida por tres Santas Personas, a saber: el Padre, el Hijo, y, el Espíritu Santo.
4. Sara concibió a Isaac, hijo de Abraham. La promesa de Dios se cumplió haciendo que la estirpe de quien obedeció ciegamente a Nuestro Criador se multiplicara hasta nuestros días, así pues, siendo hijos de Abraham, también somos hijos de Dios Padre, pues, de igual forma que Abraham tuvo descendencia, Dios ha hecho de nosotros una descendencia profética, sacerdotal y real (1 PE. 2, 5).
Ahora somos la imagen de Abraham, pues esperamos que Cristo cumpla la promesa de su Parusía o segundo Advenimiento.
5. Nos adentramos en la meditación del Evangelio de San Lucas. La Sagrada Familia hubo de llevar a cabo la purificación de María, la circuncisión de Jesús como Primogénito de la Familia según está establecido en la Torá, y la presentación y aceptación del Niño de Belén por parte del pueblo judío en su comunidad religiosa de Israel. Al ser Jesús el Primogénito de la Sagrada Familia, José y María se comprometieron a hacer que se dedicara al servicio de Dios aún más de lo que se supone que debieron hacerlo los parientes -o hermanos del Mesías-, de quienes habla San Marcos en el capítulo tres de su Evangelio (MC. 3, 31-35).
6. La devoción y ternura con que Simeón y Ana adoraron al Niño de Belén en público, nos da a conocer el contradictorio futuro de Jesús, y, en consecuencia de ello, las contradicciones de nuestras vidas.
7. San Lucas, en su relato del Nacimiento y la Infancia de Jesús, nos dice que María guardaba en su corazón todos los Misterios que rodeaban la existencia de su pequeño Hijo (LC. 2, 19 y 51). Quizás nos revelamos ante dificultades poco relevantes, ponemos el grito en el cielo cuando no estamos de acuerdo con los dichos o hechos de nuestro cónyuge, protestamos si no nos gusta nuestro trabajo...
Concluyamos esta meditación pidiéndole a Nuestra Madre del cielo que nos enseñe a meditar la Palabra de Dios y las situaciones de nuestras vidas que no nos gustan en silencio, para que sea el Espíritu Santo quien nos enseñe e induzca a impulsar nuestras vidas bajo los intensos cuidados que la Divina Providencia ejerce sobre nosotros.
(José Portillo Pérez, meditación del 29/12/2002).
José Portillo Pérez.
joseportilloperez@gmail.com