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Si la cercanía de las dos venidas de Nuestro Salvador nos produce alegría, vivamos como testigos del Hijo de Dios y María. (Ejercicio de lectio divina del Evangelio del Domingo III de Adviento del Ciclo B).

   Domingo III de Adviento del Ciclo B.

   Si la cercanía de las dos venidas de Nuestro Salvador nos produce alegría, vivamos como testigos del Hijo de Dios y María.

   Ejercicio de lectio divina de JN. 1, 6-8. 19-28.

   Lectura introductoria: SOF. 3, 14-18.

   Nota: El ejercicio de lectio divina de JN. 1, 1-18 de la Misa del día del 25 de diciembre, complementa el presente trabajo.

   1. Oración inicial.

   Iniciemos este encuentro de oración y meditación, en el Nombre del Padre, del Hijo, y, del Espíritu Santo.
   R. amén.

   El Domingo III de Adviento, es conocido como "Domingo de la alegría", por causa de la cercanía de la Natividad del Señor. Esta es una ocasión propicia para preguntarnos si la presencia de Dios en nuestra vida, la Iglesia y el mundo, constituye un motivo de gozo para nosotros. Hoy tenemos la oportunidad de reflexionar sobre si tanto nuestros hermanos en la fe que profesamos como los no creyentes, se percatan de que somos felices porque vivimos inspirados en la fe cristiana.
   San Juan Evangelista, en el pasaje del cuarto Evangelio que consideraremos en el presente trabajo, nos habla de un hombre concreto, que fue enviado por Dios al mundo, cuyo nombre era Juan. Esta referencia al último de los Profetas del Antiguo Testamento, nos recuerda que Dios nos encomienda a los cristianos misiones que podemos llevar a cabo individualmente, y otras misiones que llevaremos a cabo colectivamente. A modo de ejemplos, los padres crían y educan a sus hijos, pero la Evangelización de la humanidad no puede ser llevada a cabo por un pequeño grupo de predicadores. El inicio del pasaje evangélico correspondiente al tercer Domingo de Adviento del Ciclo B de la Liturgia católica (JN. 1, 6), nos recuerda que Dios nos conoce por nuestro nombre, y, al encomendarnos las misiones que desea que llevemos a cabo, les da sentido a nuestras vidas.
   La misión de San Juan Bautista consistió en vivir siendo testigo -o mártir- de Jesús, quien es la luz del mundo (JN. 8, 12). Quienes conocieran el ejemplo de profesión de fe del citado Profeta, y quienes oyeran sus predicaciones, podrían creer en Jesús, por medio del hijo del sacerdote Zacarías. A raíz de lo que leemos en JN. 1, 7, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la responsabilidad adquirida por los cristianos, de hacer que el mundo crea en Jesús, basándose en el ejemplo de profesión de fe que le damos. Se me puede objetar que tenemos derecho a profesar nuestra fe privadamente y de comprometernos a vivir inspirados en la misma a nuestra manera, pero, cuando Jesús predicaba el Evangelio, intentaba reunir a sus seguidores en comunidades, con el fin de que se ayudaran unos a otros, tanto a creer en Dios, como a solventar sus problemas ordinarios. A este respecto, nos corresponde preguntarnos si nuestras comunidades cristianas son reflejos de los grupos de seguidores de Jesús, o si, por el contrario, trabajan impulsadas por intereses, que no están relacionados con el cumplimiento de la voluntad de Dios.
   San Juan Bautista no era el Mesías (LC. 3, 15-16), sino el encargado de dar testimonio de Jesús, quien es la luz del mundo. Ello me induce a pensar en los motivos que nos mueven a trabajar en la viña del Señor, pues si bien podemos ser trabajadores abnegados, también podemos ser soberbios, hasta llegar a buscar más la consecución de nuestros intereses personales, que el cumplimiento de la voluntad de Dios. ¿Quiénes no se han dado cuenta de que en muchas comunidades cristianas hay montones de gente que quiere salir en la foto haciendo trabajos que son muy visibles, que se niega a realizar actividades a puerta cerrada, donde no hay nadie que reconozca sus méritos?
   San Juan Bautista era un Profeta molesto, porque les recordaba tanto a los intérpretes de la Ley (los fariseos) como a los  sacerdotes y policías (estos últimos eran levitas encargados de los sacrificios cultuales sin ejercer otras funciones) que fueron a interrogarlo, que vivían buscando ver realizados sus intereses, y por ello no cumplían la voluntad de Dios. Ello nos insta a reflexionar sobre si no condenamos las prácticas pecaminosas porque nos interesa más llevarnos bien con la gente en lugar de cumplir la voluntad de Dios, especialmente si esa gente subvenciona las actividades que se llevan a cabo en nuestras comunidades, o si, por el contrario, somos fieles seguidores de Jesús, aunque paguemos el precio de ser incomprendidos y rechazados. La manera de ser de San Juan Bautista, también nos insta a reflexionar sobre los métodos que utilizamos para predicar la Palabra de Dios, porque, si el hecho de modernizar las canciones y algunos ritos en ciertas celebraciones atrae a las Iglesias a los desconocedores de la fe que profesamos, corremos el peligro de quedarnos en la exteriorización de las celebraciones, sin interiorizar la Palabra de Dios.
   La persona y el Ministerio profético de San Juan Bautista nos instan a hacernos muchas preguntas y a replantearnos la manera que tenemos de profesar la fe cristiana, ya que es habitual en muchos seguidores de Jesús acostumbrarse a llevar a cabo ciertas prácticas de culto, a hacer ciertas lecturas y a hacer x obras de caridad, a pesar de que pueden ir más allá.
   El llamado "Domingo de la alegría", es también el Domingo en que se nos da la oportunidad de examinarnos, para ser conscientes de qué aspectos de nuestra vida y de nuestra profesión de fe podemos mejorar, a fin de que busquemos la manera idónea de alcanzar ambos objetivos.

   Oremos:

   Espíritu Santo, amor que vinculas al Padre y al Hijo desde la eternidad:
   Aunque este es el Domingo de la alegría, quizás mi profesión de fe es monótona, así pues, oro en los templos y vivo como si no creyera en el Dios Uno y Trino, leo lecturas piadosas que no aplico a mi vida ordinaria, y aporto algún dinero a ciertas obras de caridad, aunque no integro a quienes tienen carencias espirituales y materiales en mi círculo social.
   Comprendo que no puedo tener tu alegría si actúo como cristiano en determinados momentos y en otras ocasiones actúo como si fuera ateo.
   Entiendo que no puedo compartir tu alegría, si no me comprometo a cumplir tu voluntad, en conformidad con mis posibilidades de criatura imperfecta.
   Hoy medito sobre lo importante que es conocer la biblia, a fin de que sepa en quién creo, y por qué me pide que cumpla su voluntad, que consiste en que yo alcance la plenitud de la felicidad.
   También comprendo que necesito mejorar la calidad y calidez de las relaciones que mantengo, que es necesario que les preste un mayor apoyo a los carentes de dádivas espirituales y materiales, y que además de ayudarles a resolver sus problemas, les haga sentir que cuentan conmigo como familiar -o al menos como amigo-, pues así hemos de tratar los cristianos a quienes comparten y rechazan nuestra fe.
   Hoy comprendo que no soy partícipe de tu alegría plenamente, porque llamo orar a lo que no es hablar contigo, sino vaciar mi mente de pensamientos para no agobiarme, o rezar algunas oraciones litúrgicas moviendo los labios, y teniendo la mente a una gran distancia del templo donde celebro los Sacramentos.
   Hoy comprendo que me falta tu alegría, porque rezo con una estampa de Jesús, María Santísima u otro Santo en la mano, y no veo la imagen de mi Salvador en quienes me rodean.
   Hoy comprendo que me falta tu alegría, porque no termino de creer en Ti.
   Es fácil pedirte que me regales tu alegría, pero no lo es tanto comprometerme con tu causa.
   Tú siempre esperas que te pida que transformes mi vida, pero no te dejo actuar en mí. Es por eso que quiero reforzar mi fe, sabiendo que lo conseguiré con tu ayuda, y con mi esfuerzo a la hora de meditar tu Palabra, aplicarla a mi profesión de fe, y hablar contigo en mis ratos de oración.

   2. Leemos atentamente JN. 1, 6-8. 19-28, intentando abarcar el mensaje que San Juan nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.

   2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.

   2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el texto, las frases más relevantes del mismo.

   3. Meditación de JN. 1. 6-8. 19-28.

   3-1. El testigo de la luz (JN. 1, 6-8).

   San Juan inicia la perícopa de su Evangelio que estamos considerando, hablándonos de un hombre distinto de los demás, por cuanto fue enviado por Dios a Israel, como Precursor del Mesías. El nombre de tan importante personaje, era Juan. Es evidente que el cuarto Evangelista no hizo referencia a sí mismo, -de hecho, no mencionó su nombre en el citado volumen bíblico-, pues se refirió a San Juan Bautista.
   ¿Por qué comisionó Dios a San Juan Bautista? El Evangelio de San Juan está caracterizado por las antítesis -o contrariedades-, de las que citaré como ejemplos la muerte y la vida, y la luz y las tinieblas. San Juan Bautista vino al mundo para dar un testimonio específico, que consistía en ser testigo de Aquel que es la luz del mundo, hasta el punto de llegar a conseguir que, sus seguidores, creyeran en Jesús, por medio del citado testimonio. Dado que cuando fue escrito el cuarto Evangelio había problemas entre los seguidores de San Juan Bautista y los discípulos de Jesús, por cuanto ambas corrientes de pensamiento creían que sus fundadores eran el Enviado de Yahveh a redimir a su pueblo, San Juan, por ser cristiano, -de hecho, fue uno de los Doce Apóstoles de Jesús-, escribió que San Juan Bautista no era la luz, sino quien tenía la misión de dar testimonio de la luz. Así fue como el autor del cuarto Evangelio, de tres Cartas Universales -o Católicas- y el Apocalipsis, pretendió unificar las dos corrientes de pensamiento, de manera que tuvieran al Bautista como Precursor del Mesías, y a Jesús como Redentor.

   3-2. La humildad de San Juan Bautista (JN. 1, 19-20).

   El testimonio dado por San Juan Bautista respecto de Jesús recogido en el prólogo del cuarto Evangelio, no forma parte de la perícopa joánica que meditamos en esta ocasión, pero puede leerse entre los versículos 15-18 del capítulo primero de la citada obra.
   Los judíos mencionados por San Juan en su Evangelio, no son sus hermanos de raza, sino los enemigos de Jesús, -es decir, los saduceos y los fariseos-. Los sacerdotes y levitas eran autoridades religiosas muy respetadas, y los segundos eran ayudantes de los primeros, así pues, en el texto bíblico que estamos considerando, hacen la función de policías que, en el caso de que San Juan se hubiera proclamado Mesías, o hubiera logrado que los sacerdotes y fariseos se hubieran sentido atacados directamente, lo hubieran encarcelado. Dado que los fariseos les inculcaban sus creencias a los judíos, en los cuatro Evangelios, aparecen como autoridades que eran criticadas frecuentemente tanto por San Juan Bautista como por Jesús, porque cumplían la Ley de Moisés superficialmente para aparentar que eran devotos, eran muy soberbios, y adaptaban la predicación de la Palabra de Dios, a la consecución de sus intereses particulares.
   ¿Por qué fueron los sacerdotes con los fariseos a interrogar a Juan?
   1. Dado que eran los encargados de que la fe de Israel no sufriera desviaciones, tenían la misión de vigilar a todos los predicadores que surgían en el país, con el fin de actuar contra quienes teóricamente atentaban contra la fe de sus padres (DT. 13, 1-6, y 18, 20-22), y, prácticamente, atentaban contra sus intereses.
   2. Dado que San Juan Bautista tenía un gran número de seguidores que se iba incrementando rápidamente, quizás tuvieron celos de él, y quisieron investigarlo, para asegurarse de que no les hiciera sombra.
   La manera en que San Juan Bautista fue espiado, nos hace pensar hasta qué punto deben investigar nuestras autoridades religiosas las nuevas maneras que surgen de vivir la fe que profesamos. Es correcto el hecho de que los líderes religiosos se esfuercen en salvaguardar la fe que predican, pero no es cristiano el hecho de entorpecer el camino de quienes se consideran discípulos de Jesús y sienten que quieren profesar su fe de una manera distinta a la nuestra.
   Quizás criticamos a los saduceos y a los fariseos, pero los cristianos seguimos divididos, a pesar de que tenemos veinte siglos de historia. Vivamos inspirados en el espíritu profético, y evitemos la tentación de actuar como gente sedienta de poder.

   3-3. Las indagaciones de los fariseos y la astucia de San Juan Bautista (JN. 1, 21-24).

   Si los fariseos hubieran conseguido de parte del predicador una de las cuatro respuestas que aparecen a continuación, hubieran encarcelado a San Juan Bautista, quien, astutamente, en lugar de hablar de sí mismo, habló de Jesús, y evitó su encarcelamiento. Es interesante constatar cómo el Bautista cumplió su misión, y, al mismo tiempo, se defendió de las autoridades religiosas, quienes querían saber si decía de sí mismo que era Elías (MAL. 3, 1), el profeta vaticinado por Moisés (DT. 18, 18-20), el Mesías (LC. 3, 15) o un falso profeta (DT. 13, 1-6). San Juan se definió como el heraldo de quien se habla en IS. 40, 3, y confundió a sus adversarios, quienes querían saber quién decía de sí mismo que era él para ver si lo debían considerar peligroso, pero Juan sólo tenía interés en darles a conocer a Jesús.

   3-4. El bautismo de San Juan Bautista y el Bautismo de Jesús (JN. 1, 25-26).

   Aunque los esenios (componentes de una estricta ramificación del Judaísmo monástica) practicaban el bautismo purificatorio, los judíos sólo bautizaban a los prosélitos paganos, pues, por ser descendientes de Abraham, se consideraban miembros del pueblo de Dios, y, por consiguiente, no necesitaban ser bautizados. Cuando los judíos le preguntaron al Profeta por qué bautizaba a sus hermanos de raza como si fueran paganos, éste les contestó que su bautismo con agua simbolizaba el Bautismo de Jesús, quien estaba en medio de ellos aunque no le conocían, y tenía la misión de perdonar los pecados de los verdaderos hijos de Dios, -los cuales, cuando fue escrito el cuarto Evangelio, no tenían por qué ser sólo judíos-, bautizándolos con el poder del Espíritu Santo.

   3-5. ¿Conocemos y aceptamos a Jesús?

   Mientras que los judíos interrogaban al Profeta respecto de su doctrina, el hijo del sacerdote Zacarías daba la impresión de estar burlándolos al hablarles de alguien que estaba entre ellos a quien no conocían, pues, por su posición religiosa, tenían que estar informados respecto de todo lo que sucedía y estaba relacionado con la fe que profesaban.
   Son muchos los cristianos que actúan como quienes interrogaron al Bautista para encarcelarlo si consideraban que atentaba contra sus intereses personales. No son pocos los cristianos que se apoltronan llevando a cabo determinadas prácticas y se niegan a crecer espiritualmente, y atacan despiadadamente a quienes, aunque son seguidores de Jesús como ellos, profesan su fe de una manera distinta, y llevan a cabo otras prácticas totalmente diferentes a las suyas.
   Paradójicamente, también son muchos los cristianos que pasan buena parte de su vida leyendo la biblia y asistiendo a charlas y ritos religiosos, que desconocen al Hijo de Dios y María. Para ellos leer la biblia es hacer un ejercicio de meditación que no está relacionado con el hecho de aplicar los conocimientos que adquieren a sus vivencias personales y comunitarias.
   Dado que cada denominación cristiana interpreta la biblia de una manera diferente, Jesús ha llegado a ser un personaje desconocido para la inmensa mayoría de cristianos, y un Hombre polémico cuyas enseñanzas han sido utilizadas por líderes religiosos con un gran deseo de alcanzar el poder, para someterse a las masas.
   Jesús es el gran desconocido que está en medio de nosotros, a quien muchos no conocen porque no han encontrado a quienes se adapten a sus circunstancias para predicarles la Palabra de Dios, y porque no son pocos los cristianos que quieren amoldarlo al cumplimiento de su voluntad, y por ello lo quieren rico aunque actúa con gran humildad, sano aunque aparece enfermo por la falta de amor característica de mucha gente herida y avariciosa, y cuando oran no les concede lo que le piden, sino lo que necesitan en los momentos más oportunos, aunque no saben percatarse de ello, porque no juzgan sus circunstancias desde diferentes puntos de vista.

   3-6. La grandeza y pequeñez de San Juan el Bautista (JN. 1, 27-28).

   El más grande de los Profetas (LC. 7, 28), el más grande de los nacidos de mujer (MT. 11, 11), fue tan humilde, que Jesús dijo de él, que era el más pequeño del Reino de los cielos. San Juan Bautista fue grande porque fue Precursor de Jesús, pero fue pequeño, porque, en lugar de ostentar el poder, deseó la salvación de sus seguidores, y no escatimó sufrimiento alguno, ni la muerte, con el fin de ver cumplido su objetivo vital. ¡Qué ejemplo de fe para tantos cristianos que, a lo largo de veinte siglos de historia, han deseado ser poderosos, han manipulado la fe para conseguir ver realizados sus intereses, e incluso han llegado a cometer asesinatos y guerrear, en el Nombre del Dios del amor!

   3-7. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos, individualmente.

   3-8. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de asimilarlos.

   4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en JN. 1, 6-8. 19-28 a nuestra vida.

   Respondemos las siguientes preguntas, ayudándonos del Evangelio que hemos meditado, y de la consideración que aparece en el apartado 3 de este trabajo.

   3-1.

   ¿Por qué se inicia el fragmento del cuarto Evangelio que hemos considerado en el apartado 3 del presente trabajo haciendo referencia a San Juan Bautista?
   ¿Qué misión le encomendó Dios a San Juan Bautista?
   ¿De quién tenía que dar testimonio San Juan Bautista?
   ¿Cómo dio San Juan Bautista su testimonio de Jesús?
   ¿Por qué había problemas entre los seguidores de San Juan Bautista y los cristianos cuando fue escrito el cuarto Evangelio?

   3-2.

   ¿Quiénes eran los judíos mencionados por San Juan Evangelista en el texto que estamos considerando?
   ¿Quiénes eran los saduceos?
   ¿Quiénes eran los fariseos?
   ¿Quiénes eran los levitas?
   ¿Qué le habría pasado a San Juan Bautista si los saduceos o los fariseos hubieran sospechado que tenía pretensiones de hacerse poderoso?
   ¿Por qué fue interrogado San Juan Bautista?
   ¿Hasta qué punto deben investigar las autoridades religiosas a los innovadores en el seguimiento de Jesús?
   ¿Existe algún punto en que las autoridades religiosas han de coartar la actividad de dichos innovadores? ¿Por qué?
   ¿Por qué estamos divididos los cristianos a pesar de tener veinte siglos de historia?
   ¿Por qué se nos insta en la biblia a vivir inspirados en el espíritu profético?
   ¿Qué peligro corre nuestra fe si amamos el poder, las riquezas y el prestigio más que a Dios y a sus hijos?

   3-3.

   ¿Cómo evitó San Juan Bautista su encarcelamiento?
   ¿Habló San Juan Bautista de Jesús porque tenía fe en el Hijo de Dios y María, o para evitar su encarcelamiento?
   ¿Es posible para los cristianos profesar su fe y esforzarse para alcanzar sus metas tal como lo hizo San Juan Bautista testimoniando su fe en Jesús y evitando su encarcelamiento?

   3-4.

   ¿Quiénes eran los esenios?
   ¿Por qué los judíos bautizaban a los prosélitos?
   ¿Por qué pensaban los judíos que no necesitaban ser bautizados?
   ¿A qué Bautismo hace referencia el bautismo simbólico de San Juan Bautista?
   ¿Por qué han de ser bautizados quienes deseen ser seguidores de Jesús según el autor del Cuarto Evangelio?

   3-5.

   ¿Por qué daba la impresión San Juan Bautista de estar burlándose de los judíos cuando les dijo que el Mesías estaba en medio de ellos y no lo conocían?
   ¿Cómo actúan los cristianos que imitan a quienes interrogaron a San Juan Bautista?
   ¿Existe alguna diferencia entre una religión y una secta?
   ¿Somos los cristianos religiosos, o sectarios? ¿Por qué?
   ¿Es conveniente generalizar a la hora de afirmar que los cristianos somos religiosos o sectarios? ¿Por qué?
   Leer la biblia, asistir a ritos religiosos y no aplicar las enseñanzas divinas a nuestras vivencias, es como alimentarnos y no digerir lo que comemos.
   ¿Por qué ha llegado a ser Jesús un personaje tan desconocido como polémico para la inmensa mayoría de cristianos de todos los tiempos?
   ¿Desconocen nuestros prójimos a Jesús porque no nos adaptamos a sus circunstancias para predicarles el Evangelio, y no somos ejemplos de fe viva a seguir por los tales?
   ¿Creemos que Jesús está en medio de nosotros?

   3-6.

   ¿En qué sentido fue San Juan Bautista el mayor de los Profetas y el más grande de los nacidos de mujer?
   ¿En qué sentido es San Juan Bautista el más pequeño del Reino de los cielos?
   ¿Podríamos ser nosotros si nos lo propusiéramos tan grandes y pequeños como el Profeta del Jordán?

   5. Lectura relacionada.

   Leemos y meditamos MT. 3, 1-12, reflexionando sobre la misión de San Juan Bautista y la nuestra.

   6. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos extraído de la Palabra de Dios, expuesta en JN. 1, 6-8. 19-28.

   Comprometámonos a llevar a cabo una acción durante la próxima semana que nos identifique como testigos de Jesús, la luz del mundo.

   Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.

   7. Oración personal.

   Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del mismo que hemos hecho.

   Ejemplo de oración personal:

   Señor Jesús:
   Fortalece la fe que me has dado y mi voluntad de seguirte, a fin de que llegue a ser tu testigo ante mis prójimos.

   8. Oración final.

   Leamos y meditemos el Salmo 9, agradeciéndole a dios el bien que nos ha hecho, pidiéndole que nos ayude a extinguir las miserias de la humanidad, y disponiéndonos a recibir a Cristo Rey, cuando acontezca su Parusía.

   José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en

joseportilloperez@gmail.com