Introduce el texto que quieres buscar.

Meditaciones de algunos fragmentos del capítulo 6 del Evangelio de San Juan del tiempo de Pascua. (Domingo XX del Tiempo Ordinario del Ciclo B).

      Meditaciones de algunos fragmentos del capítulo 6 del Evangelio de San Juan del tiempo de Pascua.

   1. Cuando Jesús predicaba el Evangelio, la gente le escuchaba con el corazón lleno de esperanza, pero, muchas veces la gente no quería oír la Palabra de Dios, pues muchos se contentaban con que el Señor les curara sus enfermedades y les alimentara. Durante el tiempo de Pascua de Resurrección, a través de la renovación de nuestros pactos bautismales, el Espíritu Santo confirma nuestra fe y nos ayuda a ser mejores testigos de Cristo resucitado. Si somos testigos del Señor, debemos ser evangelizadores porque el Bautismo nos compromete a seguir a Jesús.

   ¿Por qué se acerca la gente a nosotros?

   ¿Qué esperan con respecto a nosotros nuestros familiares y amigos?

   ¿Qué hacemos por los enfermos, los depresivos y los marginados de nuestra sociedad?

   ¿Qué hacemos para superarnos y vencer nuestros propios obstáculos?

   2. Cuando observamos detenidamente nuestra propia miseria, cuando nos detenemos a contemplar las razones por las cuales sufre la gente, oímos las palabras con que Jesús interrogó al Apóstol Felipe: "¿Dónde podremos encontrar los recursos que necesitamos para satisfacer las carencias de nuestros hermanos los hombres?".

   Cuando escuchamos esa pregunta de Jesús que tanto nos molesta porque tenemos que responderla impulsados por la solidaridad y la caridad cristianas, nos quedamos desconcertados. En esos momentos tan delicados, empezamos a decir mecánicamente que los políticos son los únicos responsables de que en el mundo existan personas carentes de todo tipo de medios para vivir y promocionarse en todos los aspectos, evitando así la posibilidad de afirmar que no nos interesa ayudar a los más desfavorecidos. Puede ocurrirnos al oír las citadas palabras de Jesús algo muy curioso porque quizá también tenemos carencias espirituales por cuyo efecto somos nosotros quienes estamos necesitados de personas que sean artífices de la donación y nos dediquen tiempo y nos concedan los recursos que necesitamos para resolver nuestros problemas.

   3. Cuando a alguna persona se le ocurre la idea de fundar una orden religiosa para ayudar a los solitarios, a los enfermos o a los pobres, puede sentirse aislada, e incluso puede sufrir la incomprensión generalizada de las personas que le rodean, así pues, tal es el caso de quienes tienen valor y coraje para crear organizaciones independientes de sus respectivos Gobiernos para realizar tareas para apoyar a los carentes de todo tipo de posibilidades para desarrollarse en todos los campos de la vida según las necesidades de cada persona. Yo no pretendo alabarme al contar mi experiencia de moderador de los websytes de Trigo de Dios, pan de vida, pero a diario me encuentro con personas que me dicen que ven absurda la idea de que un hombre con 26 años que tiene toda una vida por delante para pensar en divertirse y pasarlo bien me haya tomado tan en serio la Evangelización, pues esas personas me piden astutamente que me dedique a mí porque Jesús empezó a predicar a los 30 años, etc. etc. etc.

   Jesús, en el Evangelio que estamos meditando, a quienes tenemos ideas contrapuestas a los valores que promociona audazmente nuestra sociedad egoísta, nos dice que si tenemos ganas de hacer milagros, si apostamos por los auténticos valores cristianos, si amamos a quienes más nos necesitan, y si queremos vivir en un mundo más justo, con nuestras ganas de luchar, con nuestra fe y nuestra capacidad de no sucumbir ante la adversidad, el Señor ya tiene suficientes recursos para evitar la soledad y la pobreza de los marginados e incomprendidos y en algunas ocasiones también rechazados.

   4. Cuando la multitud de los seguidores de Jesús estaba alimentada, el Señor quiso que sus Apóstoles recogieran toda la comida que había sobrado. Esa comida bien hubiera podido ser desperdiciada porque no era una cantidad muy grande de alimentos y por tanto fácilmente podía ser ocultada por ciertas personas que quizá la necesitaban o simplemente pretendían robarla porque les gustaba. Esta anécdota de recoger la comida que le sobró a la multitud nos induce a pensar en la necesidad que tenemos de distribuir nuestro tiempo entre nuestros familiares, nuestros amigos y nuestro trabajo.

   5. Cuando la multitud se percató de que Jesús la había alimentado, decidió que el Señor tenía que ser su rey. Es muy cómodo alabar a Jesús para que cure nuestras enfermedades, trabaje por y para nosotros y complazca todos nuestros deseos, pero, si vivimos así, ¿cómo podemos conocer el sentido teológico del dolor y el trabajo?

   ¿Cómo podemos valorar el amor si tenemos el que necesitamos y nunca carecemos de tan magno don celestial?

   Vamos a concluir esta meditación del Evangelio diario, pidiéndole a Nuestro Padre y Dios que nos ayude a ser junto a Cristo eucaristizado el pan partido y compartido que el mundo necesita para superar la adversidad.
   (2/05/2003, meditación de JN. 6, 1-15).

   1. Las multiplicaciones de panes que nos narran los Evangelistas son símbolos de la Eucaristía. En los primeros 15 versículos del capítulo 6 de su Evangelio, San Juan nos narra una de esas multiplicaciones de panes, un milagro que fue llevado a cabo gracias a la donación de la comida que aportó un seguidor anónimo de Jesús, la disposición de los Apóstoles para repartir los panes y los peces, la oración de Jesús y el poder y amor del Padre y el Espíritu Santo. Cuando concluyó aquella multitudinaria comida, la multitud sintió el deseo de que Jesús fuera su rey, y quizá los futuros Apóstoles no entendían el significado de los milagros tan extraordinarios que hacía Jesús. Ante aquella confusión de opiniones, Jesús se retiró a rezar a la montaña mientras que los futuros Apóstoles se desembarazaban de la gente al embarcarse.

   La gente quería que Jesús fuese su rey de copas, pero el Señor debió sentirse fracasado ante la falta de entendimiento de los suyos y la inesperada, sorprendente y lógica reacción de quienes comieron aquel manjar celestial. Jesús oró, fortaleció su espíritu nuevamente al entablar una conversación con Dios Padre, y fue a buscar a los suyos en medio del lago de Tiberíades, donde calmó la tempestad y subió a la barca con sus íntimos amigos.

   2. Cuando la multitud encontró a Jesús en Cafarnaúm, la gente no desistía de su pretensión de conseguir que Jesús le concediera una vida relativamente fácil, así pues, todos le decían a Jesús:

   "Maestro, ¿cuando llegaste?

   ¿¿Qué quieres que hagamos por ti?"

   Muchas veces decimos que Dios no oye nuestras oraciones porque no atendemos a la satisfacción de las necesidades de nuestros prójimos y tenemos que justificar nuestro dolor espiritual haciendo de Dios un político injusto que no reparte sus muchos y variados caramelos equitativamente.

   3. Estamos ya celebrando la semana central del Tiempo de Pascua, así pues, ayer os dije que hemos iniciado una semana de fortalecimiento de la fe para gozarnos en la fiesta triunfalista del buen Pastor que celebraremos el próximo Domingo, así pues, hemos de volver a preguntarnos nuevamente qué es lo que Dios desea de nosotros exactamente a nivel personal y comunitario.

   Padre, ¿qué quieres de mí?

   ¿Por qué te me has manifestado?

   ¿Cómo puedo servirte?

   Vamos a concluir nuestra meditación respondiendo tranquilamente las preguntas mencionadas anteriormente, y vamos a pedirle a Nuestro Padre y Dios que aumente nuestro amor a Jesús Eucaristía.
   (5/05/2003, Meditación de JN. 6, 22-29).

   Los judíos creían que había sido Moisés el que había obtenido una facultad divina para que sus antepasados comieran el maná en el desierto durante sus 40 años de peregrinación, pero Jesús nos dice que los hebreos obtuvieron el divino regalo de su nutrición gracias al amor y al poder del Dios que no necesita de intercesores para manifestarnos su amor mediante revelaciones muy diversas usando a tal efecto obras y palabras.

   Resulta gracioso y triste el hecho de contemplar a aquellos sedientos de tener una existencia fácil sin complicaciones diciéndole a Jesús: "Ahora empiezas a entender lo que queremos de ti, no obstante, a nosotros no nos importa si es Dios o eres tú el que multiplicas los panes, dado que lo único que nos interesa es que nos facilites la vida".

   En el Evangelio que estamos meditando, Jesús nos revela dos verdades fundamentales: Su Filiación divina y que Él es nuestra Eucaristía, la Misa que celebramos los Domingos o todos los días. Jesús es el pan que Dios nos ha enviado desde el cielo.

   ¿Nos comemos literalmente a Jesús cuando comulgamos?

   ¿Nos bebemos literalmente la sangre de Jesús cuando celebramos la Eucaristía?

   Jesús no se inmola nuevamente por nosotros cada vez que el sacerdote de nuestra parroquia pronuncia las palabras de la consagración del pan y el vino actualizando la Pasión, la muerte y la Resurrección del Señor, pero el Mesías resucita para ser nuestro manjar espiritual, el Viático que nos ayuda a vencer toda clase de obstáculos que se nos presentan en nuestra vida, pero ello sucede en el sentido de que recordamos la Pasión, la muerte y la Resurrección de Jesús, por lo que no se repite, pues lo revivimos.

   Vamos a concluir esta meditación del Evangelio diario, pidiéndole a Nuestro Padre y Dios que aumente en nosotros el ardiente deseo de amar más y mejor a Jesús Eucaristía.
   (6/05/2003, meditación de JN. 6, 30-35).

   Cuando los enfermos corren peligro de morir, en el caso de que estén bautizados, la Iglesia autoriza a sus sacerdotes para que les administren los Sacramentos de la Unción de los enfermos y la Eucaristía, y, si los enfermos lo desean, también pueden recibir el Sacramento de la Penitencia. Quienes reciben la Unción de los enfermos también obtienen un privilegio que consiste en la recepción de la indulgencia plenaria llamada "Bendición apostólica". Personalmente pienso que es una lástima que se prive de estos tres regalos divinos a quienes no están bautizados, así pues, os digo esto, porque, en ciertas ocasiones, los ateos y los que profesan una fe diferente a la nuestra, son mejores personas que nosotros.

   Jesús nos ha dicho que Él es el pan que ha bajado del cielo para alimentarnos espiritualmente y resucitarnos cuando acontezca el segundo Advenimiento de Nuestro Hermano y Señor. Cuando recordemos la Ascensión de Jesús al cielo y estudiemos las presencias diferentes de Nuestro Hermano entre nosotros, comprobaremos llenos de gozo y asombro que nuestro Dios Jesús está presente entre nosotros porque se eucaristiza en el pan y el vino que utilizamos en las celebraciones de la Misa, así pues, el pan y el vino no se convierten en Jesús, Jesús se transubstancia en el pan que alimenta nuestro espíritu y en el vino que nos alegra el alma cuando la vida nos golpea.

   Vamos a concluir esta meditación del Evangelio diario, pidiéndole a Nuestro Padre y Dios que nos ayude a amar a Jesús Eucaristía, porque Él mora en nuestros prójimos y en los acaeceres de nuestra vida.

   Padre Santo, ayúdanos a saber que Jesús Eucaristía vive en nuestros corazones.
   (7/05/2003, Meditación de JN. 6, 35-40).

   Nuestra debilidad y nuestra equivocada forma de entender el dolor, nos inducen a perder la fe en muchas ocasiones. Una de las razones de existir de los Sacramentos consiste precisamente en mantenernos firmes en nuestras creencias, de hecho, esa es una de las razones por las cuales en todos los ritos sacramentales, existe un espacio de tiempo dedicado exclusivamente a meditar la Palabra de Dios, porque Jesús decía: (Mt. 4, 4).

   Cuando tomamos la firme resolución de vencer la adversidad de nuestra vida, y cuando sentimos que se resuelven nuestros problemas, podemos decir que estamos dejando a Jesús que nos ayude a resucitar, no obstante, aunque sabemos que la Resurrección universal no ha acontecido aún, podemos comenzar a sentirnos vivos cuando empezamos a pensar en positivo permitiendo que el Espíritu Santo colme nuestro corazón de gracia divina.

   Vamos a concluir esta meditación del Evangelio diario, pidiéndole a Nuestro Padre y Dios que nos ayude a tener voluntad para permitir que Cristo nos resucite de nuestras dificultades diarias.
   (8/05/2003, Meditación de JN. 6, 44-51).

   Los laicos debemos vivir en estrecha colaboración con el clero, así pues, los religiosos consagrados son los máximos responsables de que la labor de la Iglesia no se extinga con el paso del tiempo y el surgimiento de tendencias más apetecibles para los hombres que la vida cristiana nos aparten de vivir nuestra fe coherentemente.

   Nosotros, -los cristianos-, hemos recibido de la Iglesia los Sacramentos que tanto nos han ayudado a conocer la Palabra de Dios, debido a los largos periodos catequéticos que hemos vivido para adquirir la formación que la Santa Sede desea que tengamos quienes nos beneficiamos de los citados dones celestiales. Los religiosos consagrados han llevado a cabo una gran labor de la cual nos hemos beneficiado los laicos sin pagarles dinero a quienes han sacrificado su vida para evitar la extinción de la fe de nuestra Iglesia.

   Cada día es más palpable la necesidad que la Iglesia tiene de laicos comprometidos que lleven el Evangelio a su trabajo, a su círculo de amistades y a sus propios hogares. Esta necesidad está fundamentada en el hecho de que los laicos podemos llevar a Cristo resucitado a nuestro entorno social con una libertad que los religiosos no tienen por diversas circunstancias. El mundo necesita que nuestros corazones sean sagrarios vivificados por la presencia del Jesús que sacamos de los templos para llenar de vida a las personas que viven en nuestro entorno social.

   Jesús cuenta con nosotros para seguir evangelizando al mundo, así pues, los hospitales y las cárceles están llenos de personas que sufren mucho y necesitan oír una palabra alentadora que les ayude a convertirse en misioneros.

   Vamos a concluir esta meditación del Evangelio diario, pidiéndole a Nuestro Padre y Dios que nos ayude a convertirnos en el pan de la vida que el mundo necesita para redimirse de su dolor.
   (9/05/2003, Meditación de JN. 6, 52-59).

joseportilloperez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tus peticiones, sugerencias y críticas constructivas