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El fuego purificador y el espíritu de la discordia (Ejercicio de Lectio Divina del Evangelio del Domingo XX del Tiempo Ordinario del Ciclo C).

   Domingo XX del Tiempo Ordinario del Ciclo C.

   El fuego purificador y el espíritu de la discordia.

   Ejercicio de lectio divina de LC. 12, 49-53.

   Lectura introductoria: LC. 2, 25-35.

   1. Oración inicial.

   Iniciemos este encuentro de oración y meditación, en el Nombre del Padre, del Hijo, y, del Espíritu Santo.

   R. Amén.

   Orar es disponernos a acoger la Palabra de Dios, pues la misma nos hará tener una visión de nuestras dificultades que nos las hará más fáciles de sobrellevar, y nos ayudará a cumplir la voluntad divina, siendo fieles seguidores de Jesús.

   Orar es no permitir que nuestras ocupaciones y preocupaciones nos impidan meditar y asimilar la Palabra de Dios, porque la misma influirá en nuestra vida, y nos hará recorrer el camino de la purificación, y la santificación.

   Orar es comprender que el hecho de superarnos a nosotros mismos no es fácil, y por ello deseamos que el fuego del Señor Jesús consuma los pensamientos que nos impiden crecer, y la tentación de ignorar la voluntad divina.

   Orar es permitir que el fuego del Señor extinga cuanto hay en nosotros que nos separa de Dios, y de nuestros prójimos los hombres.

   Orar es tener el deseo de que la realización de nuestra misión cristiana sea rápida y eficaz como el fuego capaz de producir un gran desastre en pocos minutos, pero, a la inversa, es decir, haciendo el bien.

   Orar es dejar que el fuego del Señor Jesús arda en nuestra vida y en el mundo, y no ceder a la tentación de extinguirlo, aceptando solamente los aspectos de nuestra fe, que no perjudican nuestros propósitos humanos.

   Aunque la Iglesia nos enseña que el Bautismo es el Sacramento mediante el que nos hacemos cristianos, muchos son los que lo han reducido a la categoría de un formalismo social. En el Evangelio que vamos a considerar en el presente trabajo, Jesús nos presenta el bautismo del cumplimiento de su misión. Aunque no vamos a ser martirizados como el Mesías, debemos vivir el bautismo de nuestra superación personal, aunque ello no sea fácil, por suponernos dificultades, y sufrimientos.

   A pesar de que Jesús vivió como pacificador, vino al mundo a traernos un mensaje, que extinguió la paz de mucha gente. La vivencia de la auténtica fe cristiana nos atrae dificultades, a medida que nos hace enfrentar la oposición familiar, y, en ciertas circunstancias, la social. Aunque podemos meditar sobre cómo el mundo puede dificultarnos la vivencia de la fe que profesamos, también puede darse el caso inverso, porque puede suceder que no les permitamos a ciertos colectivos hacer lo que desean, porque ello se opone a nuestras creencias.

   En el caso de que tengamos que hacer frente a algún tipo de oposición, ojalá ello suceda porque no se entienden nuestras creencias, y no porque andemos persiguiendo fines que se opongan al cumplimiento de la voluntad de Dios.

   Oremos:

   Espíritu Santo, amor que procedes del Padre y del Hijo, y que con ellos recibes una misma adoración y gloria:

   Ayúdanos a comprender que necesitamos sentirnos amados y protegidos por Dios, y a comprender que, servir a quienes necesitan nuestras dádivas espirituales y materiales, es la única forma que tenemos, de demostrar que te amamos.

   Espíritu Santo, aliento divino que nos das la vida:

   Quema nuestras impurezas con tu fuego, y haznos imitadores de tu divina caridad.

   Espíritu Santo, amor del Dios ante quien somos pequeños:

   Enséñanos a ser humildes, para que podamos vivir en la presencia de Nuestro Santo Padre.

   Espíritu Santo, amor del dios para quien no hay nada imposible:

   Haz de nuestra tierra un paraíso de luz en que la humanidad pueda encontrar la plenitud de la felicidad, más allá de las razones por las que los hombres sufren. Amén.

   2. Leamos atentamente LC. 12, 49-53, intentando abarcar el mensaje que San Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.

   2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.

   2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el texto, las frases más relevantes del mismo.

   3. Meditación de LC. 12, 49-53.

   3-1. El fuego purificador (LC. 12, 49).

   Dado que el fuego tiene diferentes significados en la Biblia, se les han dado diferentes interpretaciones, a las palabras de Jesús, que estamos considerando.

   Algunos expositores bíblicos se han pronunciado afirmando que tales palabras de Jesús, hacen referencia al Espíritu Santo, cuya acción es semejante a la de un fuego capaz de consumir los pecados del mundo, y de santificar a quienes acepten a Dios, después de haberlos purificado. Esta enseñanza, aunque contradice el texto lucano que estamos considerando, dado que Jesús iba a Jerusalén, a consumar la redención de sus creyentes, por medio de su Pasión, muerte y Resurrección, es digna de ser tenida en cuenta, por cuanto describe la acción del Espíritu Santo, en los hijos de Dios.

   Otros exégetas piensan que las citadas palabras de Jesús, hacen referencia, al llamado Juicio Universal -o de las naciones-. Esta enseñanza, aunque también contradice el texto lucano que estamos considerando, también es útil, porque aguardamos el día en que Jesús vendrá nuevamente a la tierra, no a ser martirizado nuevamente, sino a juzgar a la humanidad.

   Si las dos consideraciones anteriores referentes al texto de LC. 12, 49 que estamos considerando son útiles, pienso que Jesús hizo referencia en el citado versículo lucano, a su Pasión y muerte, pues, el Señor temía las torturas que debía padecer, pero, a pesar de ello, tenía un gran deseo de pasar por la experiencia de su bautismo de fuego, porque esa es la manera que el Dios Uno y Trino escogió, de demostrarnos su amor.

   3-2. El bautismo de sangre de Jesús, y nuestra experiencia de las dificultades y el padecimiento mental y físico (LC. 12, 50).

   Aunque Jesús deseaba que su fuego divino estuviera incendiando el mundo, estaba angustiado, por cuanto, Él mismo, tenía que ser víctima de las llamas que quería arrojar sobre la humanidad. En cuanto a nosotros, hacemos bien en reconocer que en ciertas ocasiones queremos evitar ese fuego, porque nos gusta más gozar, que esforzarnos para superarnos. Tal es el caso de algunos jóvenes que desaprovechan la oportunidad de estudiar, y se dedican a divertirse. Existen otros casos en que deseamos evitar que arda el fuego de Jesús, porque, el hecho de profesar nuestra fe, nos hace afrontar dificultades, que queremos evitar, a toda costa.

   No vamos a ser martirizados como le sucedió a Jesús, pero, en ciertas circunstancias, nos falta valor, para dejar que, el fuego del Señor, arda en nuestra vida, y nos ayude a superarnos, a nosotros mismos.

   El fuego de Jesús es arrojado al mundo constantemente y no deja de arder, por más que nuestra débil fe, intente extinguirlo. A modo de ejemplo, los líderes religiosos y quienes estamos al frente de medios de comunicación, corremos el riesgo de adaptar nuestro mensaje a quienes sufraguen generosamente nuestros gastos, aunque ello nos suponga dejar de predicar en favor de los predilectos del Señor, -los que sufren por cualquier causa-, pero, a pesar de ello, el fuego del Señor sigue ardiendo, y lo vemos en la necesidad de dádivas espirituales y materiales, que padece la mayor parte, de la humanidad.

   En cuanto es purificador, el fuego del Señor, angustia a quienes se dejan alcanzar por sus llamas. De esto saben mucho los religiosos que han sufrido la oposición de sus familiares porque no querían que se consagraran al Señor, y quienes han sido maltratados y asesinados, por haber sido seguidores de Jesús. Es curioso comprobar que, donde los cristianos no somos perseguidos, vivimos una fe vacilante y light, pero, donde se derrama la sangre de los mártires, se arraiga la fe, con una fuerza admirable.

   El fuego de Jesús hace que los estudiantes lleven a cabo sus mejores esfuerzos, para que puedan trabajar en el futuro.

   El fuego de Jesús hace posible que los trabajadores lleven a cabo sus mejores esfuerzos, motivados por el tesoro de satisfacer las necesidades de sus familiares.

   El fuego de Jesús hace posible que muchos enfermos sobrevivan a sus enfermedades sin perder la fe que los caracteriza, por más que, ante los ojos de los no creyentes, y de quienes tienen una fe poco formada, aparentan haber sido abandonados por Dios.

   El fuego de Jesús nos mantiene activos a muchos predicadores religiosos y laicos, pues actuamos como corredores, con los ojos fijos en la meta que queremos alcanzar, la cual no es otra, que la plena instauración del Reino de Dios, en la tierra.

   3-3. El espíritu de la discordia (LC. 12, 51-53).

   ¿Es el Evangelio predicado por Jesús un mensaje consistente en extinguir la paz del mundo?

   Si el Evangelio no nos ayuda a vivir en paz, ¿para qué nos sirve ser cristianos?

   ¿En qué sentido les ha sido arrebatada la paz a los cristianos que, en los últimos veinte siglos, han padecido, por causa de haberse proclamado, seguidores de Jesús?

   Para responder adecuadamente estas y otras preguntas, lo primero que necesitamos saber, es que, el concepto de paz que tenemos, no está relacionado, con el concepto de paz, que Jesús les enseñó, a sus seguidores. Para la mayoría de la gente, -entre la que se incluyen millones de cristianos-, la paz se reduce a la ausencia de conflictos, pero, para Jesús, la paz es tener la seguridad de cumplir la voluntad de Dios, aunque ello suponga el hecho de padecer.

   ¿Por qué son tercos muchos cristianos para consagrarse al seguimiento de Jesús, aunque ello les suponga perder el afecto de sus familiares? Cambiemos esta pregunta, para demostrar que, el seguimiento de Jesús, no es una cuestión de fanatismo, sino una de las muchas opciones vitales que podemos tomar, aunque ello disguste a nuestros familiares. Supongamos el caso de un joven que quiere militar en un partido político izquierdista, y sufre la oposición de sus familiares, porque son contrarios al proceder de aquellos a quienes su hijo quiere vincularse, porque cree que es posible crear una sociedad, en la que sus miembros no puedan ser marginados, por tener una clase social análoga.

   Dado que Jesús les predicó a los judíos, y no procuró mantener una buena relación con los dirigentes religiosos de los tales, sino que se limitó a denunciar su apoyo a la explotación de los pobres por parte de los ricos que a cambio de su silencio les daban mucho dinero, aquellos de los oyentes del Señor que se hicieron cristianos, soportaron una doble oposición, familiar, y social. Quienes fueron expulsados de las sinagogas, quedaron desamparados en el mundo, pues ni sus propios familiares los consideraban dignos de dirigirles la palabra.

   ¿Por qué arrojó Jesús su fuego en el mundo, si sabía que mucha gente inocente iba a sufrir por ello?

   ¿Por qué arrojó Jesús su fuego sobre el mundo, si sabía que muchos de sus seguidores iban a morir en el Coliseo romano devorados por animales salvajes?

   ¿Por qué arrojó Jesús su fuego sobre el mundo, si, por ser Dios, sabía que varias décadas después de que Él predicara el Evangelio, Nerón iba a incendiar Roma, e iba a culpar a los cristianos por ello?

   ¿Por qué arrojó Jesús su fuego en el mundo, si, por ser Dios, sabía que, entre sus seguidores, surgirían quienes mandaran matar, en nombre de Dios?

   Podemos responder estas y otras preguntas, después de resolver, la siguiente cuestión:

   ¿Debía permanecer Jesús indiferente ante el sufrimiento del mundo, y ante los abusos cometidos por muchos poderosos de la tierra?

   ¿De qué nos hubiera servido que Dios hubiera resuelto el problema del mal mágicamente, para probablemente haberlo vuelto hacer surgir en el futuro, por no haber podido participar en la erradicación del mismo, aprendiendo lo que significa al mismo tiempo?

   Por sí mismo, el Evangelio no tiene por qué extinguir la paz del mundo. En ciertos casos sucede que, independientemente de que seamos cristianos, no sabemos -o no queremos- respetar a quienes no piensan lo mismo que nosotros, y por ello surgen conflictos. Independientemente de que seamos cristianos, muchos tenemos que aprender a ser tolerantes. Yo puedo estar o no estar de acuerdo con la manera de vivir de cierto colectivo de gente, pero no puedo imponerle mi manera de pensar a nadie.

   Si la aplicación de la Palabra de Dios a nuestra vida no nos hace experimentar la paz predicada por Jesús, ello sucede porque no la hemos captado perfectamente, y porque apenas tenemos fe en Dios.

   A quienes han padecido por ser cristianos, se les ha arrebatado la paz que tenemos quienes no vivimos situaciones conflictivas, pero no se les ha arrebatado la paz de Jesús, consistente en la satisfacción, de cumplir la voluntad de Dios.

   3-4. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos, individualmente.

   3-5. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de asimilarlos.

   4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en LC. 12, 49-53 a nuestra vida.

   Respondemos las siguientes preguntas, ayudándonos del Evangelio que hemos meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.

   3-1.

   1. ¿Por qué es útil el hecho de que algunos expositores bíblicos hayan afirmado que el fuego del que Jesús nos habla en el Evangelio que estamos considerando es el Espíritu Santo?
   2. ¿En qué consiste la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo en los seguidores de Jesús?
   3. ¿Para qué se dirigía Jesús a Jerusalén?
   4. ¿Por qué es útil el pensamiento de quienes piensan que el texto de LC. 12, 49 hace referencia al Juicio Universal -o de las naciones-?
   5. ¿Qué hará Jesús cuando acontezca su Parusía?
   6. ¿Por qué se refiere el texto de LC. 12, 49-50 a la Pasión y muerte de Jesús?
   7. ¿Por qué tenía el Señor un gran deseo de pasar por la experiencia de su bautismo de fuego?

   3-2.

   8. ¿Por qué estaba Jesús angustiado por el hecho de que ardiera el mundo después de que arrojara su fuego divino sobre la humanidad?
   9. ¿¿En qué ocasiones queremos extinguir el fuego de Jesús?
   10. A nivel personal, ¿en qué ocasiones intentamos extinguir las llamas del fuego de Jesús? ¿Por qué?
   11. ¿Nos beneficiará a largo plazo el hecho de actuar como cristianos mediocres, en el caso de que procedamos como tales?
   12. ¿Por qué nos sentimos tentados a impedir que el fuego del Señor arda en nuestra vida, para que podamos superarnos a nosotros mismos?
   13. ¿Cómo podemos intentar evitar que arda el fuego del Señor en el mundo los líderes religiosos y los dirigentes de medios de comunicación?
   14. ¿Hemos dejado de cumplir nuestra misión de cristianos cediendo al soborno o con tal de no hacerles frente a dificultades que sabíamos que no podríamos evitar si hubiéramos actuado como hijos de Dios?
   15. ¿Cuál es el signo más eficaz que nos demuestra que el fuego del Señor sigue ardiendo en el mundo, y buscando quemar las impurezas de los hijos de Dios?
   16. ¿Por qué nos causa angustia el hecho de dejarnos abrasar por el fuego del Señor en ciertas circunstancias?
   17. ¿Por qué vivimos una fe vacilante y light la mayoría de los cristianos que vivimos en países en que se nos permite profesar nuestra fe libremente, y, donde se derrama la sangre de los mártires, se arraiga la fe, con una fuerza admirable?
   18. Al considerar la interpretación de los exégetas bíblicos que se han pronunciado afirmando que el citado fuego de Jesús es el Espíritu Santo, ¿cómo se manifiesta el citado Abogado en nuestra vida?
   19. ¿Cómo se manifiesta el fuego de Jesús en los estudiantes?
   20. ¿Cómo se manifiesta el fuego de Jesús en los trabajadores?
   21. ¿Cómo se manifiesta el fuego de Jesús en los enfermos?
   22. ¿Cómo nos mantiene activos el fuego de Jesús a muchos predicadores religiosos y laicos?
   23. ¿Cuál es la meta que queremos alcanzar los evangelizadores?

   3-3.

   24. ¿Es el Evangelio predicado por Jesús un mensaje consistente en extinguir la paz del mundo?
   25. Si el Evangelio no nos ayuda a vivir en paz, ¿de qué nos sirve ser cristianos?
   26. ¿En qué sentido les ha sido arrebatada la paz a los cristianos que, en los últimos veinte siglos, han padecido, por causa de haberse proclamado, seguidores de Jesús?
   27. ¿Cuál es el concepto de la paz que mantienen muchos cristianos y no cristianos?
   28. ¿Cuál es el concepto de la paz de Jesús?
   29. ¿En qué se diferencian ambos significados de la paz?
   30. ¿Por qué son tercos muchos cristianos para consagrarse al seguimiento de Jesús, aunque ello les suponga perder el afecto de sus familiares?
   31. ¿Es el seguimiento de Jesús un acto de fanáticos, o se trata de una de las muchas opciones vitales que podemos tomar, aunque no les guste a nuestros familiares?
   32. Piensa en varios ejemplos de oposición familiar, que no estén relacionados con la profesión de nuestra fe, tales como el caso de una joven que sufrió la oposición de sus padres, porque quiso estudiar psicología para ayudar a los marginados, y sus progenitores querían que tuviera un trabajo mejor remunerado, dado que pensaban que no la habían educado para que se relacionara con gente marginal.
   33. ¿Por qué no procuró Jesús mantener una buena relación con los líderes religiosos de los judíos?
   34. ¿Por qué sufrieron una doble oposición familiar y social los cristianos judíos del siglo I?
   35. ¿Por qué arrojó Jesús su fuego en el mundo, si sabía que mucha gente inocente iba a sufrir por ello?
   36. ¿Por qué arrojó Jesús su fuego sobre el mundo, si sabía que muchos de sus seguidores iban a morir en el Coliseo romano devorados por animales salvajes?
   37. ¿Por qué arrojó Jesús su fuego sobre el mundo, si, por ser Dios, sabía que varias décadas después de que predicara el Evangelio, Nerón iba a incendiar Roma, e iba a culpar a los cristianos por ello?
   38. ¿Por qué arrojó Jesús su fuego en el mundo, si, por ser Dios, sabía que, entre sus seguidores, surgirían quienes mandaran matar, en nombre de Dios?
   39. ¿Debía permanecer Jesús indiferente ante el sufrimiento del mundo, y ante los abusos cometidos por muchos poderosos de la tierra?
   40. ¿De qué nos hubiera servido que Dios hubiera resuelto el problema del mal mágicamente, para probablemente haberlo vuelto hacer surgir en el futuro, por no haber podido participar en la erradicación del mismo, aprendiendo lo que significa al mismo tiempo?
   41. ¿Atenta el Evangelio contra la paz de los creyentes y de quienes no comparten nuestras creencias?
   42. ¿Significa el hecho de que los cristianos respetemos la conducta de quienes no comparten nuestra manera de pensar que estamos de acuerdo con el proceder de los tales?
   43. ¿Por qué puede sucedernos que la aplicación de la Palabra de Dios a nuestra vida no nos haga experimentar la paz de Jesús?
   44. ¿Qué paz se les ha arrebatado a quienes han padecido por ser cristianos?
   45. ¿Qué paz ha caracterizado -y aún caracteriza- a los mártires de la fe?

   5. Lectura relacionada.

   Leamos y meditemos el capítulo 3 de 1 COR., pensando en cómo podemos extinguir las divisiones de nuestras familias, nuestras comunidades de fe, y la sociedad en que vivimos, y en cómo actuaremos, porque queremos ser, buenos cristianos, y para ello tenemos que permitir, que, el fuego de Jesús, arda en nuestras vidas, y hacer que arda en nuestro entorno social, y en las comunidades cristianas, en que profesamos nuestra fe.

   6. Contemplación.

   El Espíritu Santo actúa como un fuego capaz de quemar nuestras impurezas y de hacer resaltar las cualidades con que nos ha dotado.

   Necesitamos que el fuego del Espíritu Santo consuma nuestras impurezas y nos haga hombres y mujeres de fe viva, para que seamos encontrados por el Señor como santos intachables, cuando acontezca el Juicio Universal.

   El fuego de Jesús nos ayuda a vencer nuestros defectos, por medio del ejercicio de los dones y virtudes, que hemos recibido, del Espíritu Santo.

   No cedamos a la tentación de querer apagar el fuego de Jesús. No permitamos que la pereza ni el miedo que nos impiden vencer dificultades, apaguen el fuego de Jesús.

   El fuego de Jesús nos angustia mientras consume nuestras impurezas, pero no lo despreciemos por ello, porque tiene la misión de hacer que, la santidad, caracterice nuestra existencia.

   Tal como Jesús resucitó después de padecer y morir, la vivencia y superación de nuestros problemas, contribuirá a purificarnos y santificarnos.

   Contemplémonos sintiendo que no tenemos paz, porque no nos hemos formado convenientemente, para hacer que el mundo comprenda, el concepto de la paz de Jesús.

   Saben algo de la paz de Jesús, los trabajadores que vencen graves dificultades sin abandonar sus actividades, porque caminan hacia la meta, de la extinción de las carencias, de sus familiares.

   7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 12, 49-53.

   Si nos es posible, comprometámonos a reconciliarnos con algún familiar, amigo, compañero de trabajo, o hermano en la fe, con quien hayamos interrumpido nuestras relaciones. Demostremos con ello que el Evangelio es un mensaje pacificador, y, si no nos es posible lograr la reconciliación, que no sea por nuestra causa.

   Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.

   8. Oración personal.

   Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del mismo que hemos hecho.

   Ejemplo de oración personal:

   Señor Jesús:

   Porque aunque celebro los Sacramentos, leo la Biblia y oro, no me siento capaz de hacer lo que sé que me estás pidiendo desde hace muchos años, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque me consume el trabajo y me agotan las actividades en beneficio de quienes sufren y no encuentro el tiempo que necesito para meditar tu Palabra y fortalecerme orando, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque no sé cómo solventar mis desavenencias con familiares, amigos, compañeros de trabajo o hermanos en la fe, y en el caso de poder hacerlo, quizás me sucede que el orgullo no me deja dar el paso definitivo, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque soy débil y no me siento capaz de resolver los problemas que me hacen sufrir, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque me faltan fe, perseverancia y coraje para cumplir tu voluntad, ya que temo que ello me hará víctima de la oposición, y si no hago lo que quieres siento que me falta algo muy importante, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque necesito tener fe en que el Espíritu Santo actuará como fuego consumidor de mis imperfecciones y hará de mí un buen cristiano a pesar de que me falta mucho para que ello sea una realidad notable, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Porque sé que debo hacer cosas que no estoy haciendo por miedo a ser víctima de la oposición familiar y social para que tu fuego arda en mi vida y en mi entorno familiar y social, ayúdame a lograr que tu fuego arda en mi vida.

   Así lo espero, y me comprometo a lograrlo, en cuanto ello me sea posible, y fortalezcas mi fe.

   9. Oración final.

   Leamos y meditemos el Salmo 19, alabando a Dios, y pensando cómo podremos conseguir que, el fuego de Jesús, arda en nuestra vida, y en nuestro entorno familiar y social.

   José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en

joseportilloperez@gmail.com

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