Introduce el texto que quieres buscar.

Meditación para la Misa del día del Domingo de ramos en la Pasión del Señor del Ciclo B.

   Meditación para la Misa del día.

   1. El pasado viernes, al recordar los intensos dolores de María Santísima, se abrió el pórtico que nos introdujo en la Semana mayor en la cual recordamos el Misterio Pascual. Hoy, Domingo de Ramos, vamos a prolongar nuestra meditación de las lecturas correspondientes a esta Eucaristía, haciendo especial hincapié en el nexo que entrelaza los textos bíblicos que estamos considerando. El Apóstol Pablo, en la segunda lectura, nos ofrece una síntesis de los méritos que obtuvo Jesús al renunciar al rango social que le confería su Deidad para llegar a ser el Hombre que vivió la mayor de todas las desgracias existentes.

   ¿Por qué decimos que Jesús santificó la mayor desgracia? El Señor no sólo murió con el dolor de la tortura que sus enemigos le infringieron, pues Nuestro Hermano murió derrotado por nuestros errores, nuestro dolor y nuestra incapacidad de vencer nuestras dificultades ordinarias.

   2. La entrada de Jesús a Jerusalén acompañado por una gran muchedumbre de sus seguidores que habían ido a la ciudad Santa para celebrar la tradicional Pascua hebrea, constituye un hecho muy importante para nosotros. La multitud alababa a Dios al mismo tiempo que suplicaba que el Mesías acabara con su opresión.

   ¿Cómo hemos recordado la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén?

   ¿Creemos que Jesús es Rey?

   ¿Creemos que Jesús nos ayudará a superar nuestras dificultades?

   ¿Vemos en Jesús a un Santo bonachón cuya única tarea consiste en vivir aliviando nuestras penas?

   Vamos a afrontar nuestros problemas de la misma forma que Jesús viajó a Jerusalén para convertirse en la víctima sacrificial más importante de la Historia.

   Vamos a reconocer nuestras dificultades y vamos a acrisolarlas para que el fuego fundidor del Espíritu Santo las transforme según lo requiere el amor de Dios.

   Jesús fue a Jerusalén para morir, ¿no merece este hecho tan crucial de la Historia de la Salvación que superemos nuestros defectos?

   3. No todos los que recibieron a Jesús entre el huerto de Arimatea y Jerusalén tenían el mismo punto de vista con respecto al Evangelio y al Señor Jesús. Si revisamos los cuatro relatos evangélicos que nos refieren la narración que estamos meditando, podemos ver cómo los fariseos querían que Jesús impidiera que sus humildes seguidores lo aclamaran. No faltaban quienes deseaban proclamar al Señor Rey de los judíos con la intención de que Jesús constituyera una legión para librar al país del yugo romano. Otros estaban impacientes por ver si el Señor hacía algunos milagros para satisfacer su curiosidad o para usar a Jesús para satisfacer sus necesidades.

   ¿Por qué queremos estar con Jesús?

   ¿Con qué intención hemos venido al Templo para celebrar la Eucaristía?

   4. El próximo Jueves daremos por finalizado el tiempo de Cuaresma y durante la tarde empezaremos a conmemorar el Santo Triduo pascual. Todos sabéis que la Eucaristía del Jueves y el Oficio divino del Viernes no son celebraciones litúrgicas preceptuales, pero en esos dos días transcurren los hechos más trascendentales de la Historia de la Salvación. En la tarde del Jueves celebraremos la institución de los Sacramentos de la Eucaristía y el Orden de los sacerdotes. En el día en que Jesús se nos entregó por primera vez en la Eucaristía, tenemos que festejar con gran alegría el amor fraterno, las relaciones afectivas entre todos los cristianos porque somos hermanos. No desechemos la oportunidad de asistir a la Eucaristía del Jueves para ver cómo Jesús baja del Altar principal del Templo para que seamos más conscientes de lo cerca que Nuestro Hermano y Nuestro Padre celestial están de nosotros.

   5. El Viernes Santo contemplaremos la Pasión, la muerte y el entierro de Jesús utilizando a tal efecto los capítulos 18 y 19 del Evangelio según San Juan. El Viernes Santo es un buen día para meditar el gran significado teológico de la cruz de Jesús y de las dificultades que constituyen nuestra cruz personal. El Viernes veremos a ese Jesús sin vida que no por estar muerto deja de transmitirnos la Palabra de Dios. El Viernes no se celebra la Eucaristía considerando que Jesús está muerto, pero quienes deseen comulgar podrán acercarse al Altar y recibir a Jesús en las formas eucaristizadas en la Eucaristía del Jueves Santo.

   6. Los cristianos no somos masoquistas, pero el Viernes vendremos al Templo para adorar la cruz de Cristo en profundo estado de recogimiento interior, así pues, si no aceptamos nuestro dolor, si no detectamos nuestros errores, y si no nos esforzamos para superar nuestros defectos, le estamos diciendo a Jesús que no queremos morir con Él para resucitar junto a Nuestro Hermano mayor el Domingo de Resurrección.

   Cuando conmemoremos el santo entierro, acompañaremos a María, a las Santas mujeres y a los Apóstoles en su miedo, incertidumbre y soledad.

   7. El Sábado Santo o de gloria es el día del gran silencio. El Sábado las iglesias permanecerán cerradas, porque, si Jesús no resucita, no se puede celebrar la Eucaristía, porque Él es el pan y el vino que nos fortalecen para que podamos vivir en medio de nuestras dificultades.

   La noche del Domingo de Resurrección acudiremos llenos de alegría al Templo para celebrar que hemos muerto a nuestras indeficiencias, que nos hemos sumido en la muerte, en el dolor de la superación de nuestros defectos, y que hemos muerto con Cristo para resucitar con Él. La fiesta de la Resurrección es tan importante para la Cristiandad, que el Domingo de Resurrección celebraremos la Eucaristía dos veces, muy a pesar de que quienes asistan a la Vigilia pascual no están obligados a asistir a la Eucaristía del día y viceversa.

   Aprovechemos la Semana Santa que hemos iniciado para rezar, aprovechemos la oportunidad de estar con los nuestros, veamos procesiones, leamos la Biblia, abrámonos a la fe viendo películas de la vida de Jesús de Nazaret. Este año os recomiendo algunas películas: Jesús de Nazaret, Jesús y Rey de reyes, tres magníficos relatos de la vida, la Pasión y la muerte del enviado de Dios, aunque Rey de reyes sintetiza muy bien el sermón de la montaña y se refiere más a los acontecimientos históricos de la época que a la vida del Profeta de Nazaret.

   Aprovechemos esta Semana de Pasión para mejorar nuestras relaciones afectivas con nosotros, con nuestros prójimos y con Nuestro Padre y Dios.

   Que Dios os bendiga.

joseportilloperez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tus peticiones, sugerencias y críticas constructivas