Meditación.
“La familia de Jesús y la virginidad de María.
(Leer MC. 3, 31-35, MT. 12, 46-50, o LC. 8, 19-21. Quizás algunos de los familiares de Jesús se sintieron rechazados por el Mesías cuando Él les dijo a sus oyentes que sus hermanos y su madre son quienes cumplen la voluntad de Dios. No olvidemos que ellos fueron a buscar a Jesús con la pretensión de hacer que los oyentes del Maestro pensaran que El había enloquecido, pues sabían que el Señor no tardaría mucho tiempo en tener problemas, si seguía llevando a cabo el cumplimiento de la misión que Nuestro Padre común le encomendó.
(MC. 3, 21). Los citados Evangelistas nos dicen que María se contaba entre los que consideraban que Jesús había enloquecido. Este hecho que es utilizado astutamente por cristianos contradictores de nuestra fe universal, se opone a la fe católica, si tenemos en cuenta que la Iglesia fundada por Cristo nos enseña que María fue la mujer más sumisa de todos los tiempos para con su Hijo, no obstante, es fácil entender que Nuestra Señora quisiera que Jesús volviera a vivir con ella y dejara de predicar sin pensar que la Nazarena era una pecadora egoísta, pues ninguna madre que ama a sus hijos les desea a los mismos que sean torturados y asesinados. Por otra parte, aunque la Madre del Mesías estuviera de acuerdo con la realización del designio de Dios que fue llevado a cabo por Nuestro Señor, si sus familiares la obligaron a buscar a Jesús en compañía de ellos, nuestra Señora tuvo que obedecerles, ya que, al ser mujer, no tenía la potestad legal necesaria para tomar decisiones por sí misma.
Al meditar el texto de los Evangelios Sinópticos que estamos considerando, pensamos: Si María de Nazaret siempre fue Virgen según nos enseña la Iglesia Católica, ¿por qué dicen los Hagiógrafos bíblicos que Jesús tenía hermanos? Podemos entender que María permaneció Virgen antes, durante y después de dar a luz a su Primogénito porque Jesús no fue engendrado como lo fuimos nosotros, así pues, en el relato de la Anunciación, el Arcángel Gabriel le dijo que tendría un Hijo, no varios descendientes. Para constatar esta realidad, recordemos el siguiente versículo de la primera obra de San Lucas, que contiene las palabras con que San Gabriel se dirigió a la futura Madre del Mesías: (LC. 1, 31).
No faltan quienes afirman que esos hermanos de Jesús de los que nos hablan los cuatro Evangelistas eran primos del Mesías argumentando que los hermanos de raza de Jesús llamaban hermanos a los descendientes de un mismo abuelo (estos tienen razón), de la misma forma que en el pasado muchos se empeñaron en hacernos creer que San José se casó con Santa María Virgen siendo muy anciano, para que no se nos pase por las mientes la idea de que el carpintero de Belén utilizó su pleno poder sobre su esposa para romper el supuesto voto de virginidad perpetua que ella hizo según una ancestral tradición, con el fin de apresurar el advenimiento del Verbo divino (Jesús es la Palabra de Dios encarnada). No faltan quienes argumentan que los supuestos familiares de Jesús procedían de la supuesta relación matrimonial que José mantuvo antes de comprometerse con María Santísima, de lo cual no se nos dice nada en la Biblia, así pues, vemos que esta información no puede ser considerada como veraz.
Aunque los católicos mantenemos buenas relaciones con las iglesias cristianas procedentes de Alemania, tenemos muchos problemas con denominaciones surgidas en América durante los siglos XIX y XX, pues las doctrinas predicadas por las mismas se basan fundamentalmente en manipular las creencias más aceptadas por nosotros, con el fin de demostrar que servimos al demonio y que no estamos de parte de Dios, y, como la gran mayoría de los católicos a nivel mundial desconocen nuestra fe, muchos de nuestros hermanos se están adhiriendo a dichas denominaciones. Los miembros de esas denominaciones hacen especial hincapié en sus demostraciones de que la virginidad perpetua de María fue una mentira que se inventaron los católicos. Veamos lo que nos dice la Biblia con respecto a los hermanos de nuestro Señor y la virginidad de la esposa de San José.
(MT. 13, 53-56). Según os dije anteriormente, los judíos llamaban hermanos a los descendientes de un mismo abuelo. (GN. 13, 8). Como sabemos, Lot era sobrino del jeque Abraham, el cual lo llamó hermano. (GN. 29, 15). Jacob era sobrino de Labán.
Si los judíos tenían como hermanos a los descendientes de un mismo abuelo, ¡cómo podían distinguir a los hermanos carnales? Los hermanos de raza de nuestro Señor hablaban en arameo, una especie de dialecto del hebreo. Para distinguir a los hermanos carnales, utilizaban la expresión “tu madre y los hijos de tu madre”, o “tu padre y los hijos de tu padre" (MC. 3, 32). En este caso se hace referencia a los parientes del Señor, mientras que en la siguiente cita de San Mateo se hace referencia al hijo de Jonás, el primer Papa de la Iglesia (MT. 16, 17).
(LC. 2, 41). Si Jesús tenía hermanos carnales, y los judíos tenían la costumbre de celebrar la Pascua en Jerusalén, ¿cómo es posible que José y María se dejaran solos a sus otros hijos en Nazaret? Si los supuestos hermanos carnales del Mesías acompañaron a sus familiares a Jerusalén a celebrar el Pesaj judío, ¿por qué no se nos dice nada de ellos cuando se nos informa de que María y José buscaron a su Hijo durante tres días? San Lucas no nos habla en el citado pasaje de los hermanos carnales del Mesías, sencillamente, porque nuestro Señor no los tenía.
Antes de morir, Jesús le confió el cuidado de María a San Juan Apóstol y Evangelista, porque sus hermanos de raza veían la soledad de las viudas que carecían de hijos como una maldición que caía sobre las mismas. Si Jesús tenía hermanos carnales, ¿por qué no les confió a su Madre a ellos, en lugar de pedirle al más joven de sus Apóstoles que la cuidara? (JN. 19, 25-27).
De los cuatro hermanos de Jesús mencionados en MT. 13, 55-56, eran Apóstoles de nuestro Señor Santiago y Judas Tadeo (GAL. 1, 18-19). Este Santiago es conocido como “el Menor”, mientras que el hermano de San Juan Apóstol y Evangelista es conocido como “Santiago el Mayor”.
(MC. 15, 40; MT. 27, 55-56). A la hermana de María Santísima hay que identificarla como madre de Santiago el Menor y José. Esta María no era hermana carnal de la Virgen, sino una pariente cercana. Según Hegesipo, el cual escribió unas memorias hacia el año 180 de nuestra era cristiana, Cleofás era hermano de José, tío de Jesús y padre de Simón y del Apóstol Judas Tadeo.
Después de demostrar que los citados hermanos del Señor eran sobrinos de María Santísima y de San José, hacemos la siguiente meditación: Si María no tuvo más hijos aparte de Jesús, ¿qué significado tiene el siguiente texto lucano?: (LC. 2, 7). San Lucas no pretendió decirnos que María tuvo más hijos aparte de Jesús, pero le era necesario decir que el Señor fue el primogénito de nuestra Mediadora celestial, porque los judíos tenían la obligación legal de consagrarles a Dios a sus primeros hijos (EX. 13, 1-2. 12. La misma enseñanza se lee en 34, 19).
(JN. 20, 17). Jesús no nos dice que sus Apóstoles son sus hermanos carnales, sino sus hermanos espirituales, de hecho, un Hagiógrafo sagrado escribió que todos los redimidos somos hermanos (HEB. 2, 10-11). En la Carta a los Romanos, San Pablo nos dice que Jesús es el primogénito de entre los muchos hermanos que serán ascendidos al cielo (ROM. 8, 29).
A continuación os demostraré que la Madre de Jesús y de la Iglesia fue virgen antes, durante y después de dar a luz a nuestro Señor.
San Mateo nos demuestra en su obra que nuestra Señora era virgen antes de que Jesús naciera, en los siguientes términos: (MT. 1, 18).
Como María estaba desposada con José, ambos tenían la capacidad legal de vivir como si estuvieran casados, es decir, les era totalmente lícito el hecho de mantener relaciones sexuales, pues sabemos que, entre los judíos, los esenios eran los únicos que valoraban la virginidad.
Veamos cómo a través del Evangelio de San Lucas podemos comprender que nuestra Señora fue virgen antes, durante y después de dar a luz a su Hijo (LC. 1, 30-35).
María le preguntó al Arcángel Gabriel cómo era posible el hecho de que ella quedara embarazada sin haber mantenido contacto carnal con su futuro marido. Esta cuestión hubiera sido fácil de responder bajo nuestra óptica si Jesús hubiera sido hijo de San José, pero San Gabriel le dijo a la futura Madre del Mesías, las palabras que encontramos en LC. 1, 35.
Jesús procede de Dios, así pues, al comprender que nuestro Señor no fue descendiente de San José, entendemos la razón por la que Santa María interrogó a San Gabriel con respecto a la concepción del Mesías.
María sabía que su Hijo procedía de Dios, así pues, de la misma manera que el pueblo de Dios ha de estar compuesto por una humanidad plenamente perfecta cuando este mundo sea transformado y convertido en el Reino de Dios, Nuestro Señor tenía que nacer de una mujer virgen, para aumentar nuestra fe en la realidad de que Dios quiere que su pueblo sea purificado de sus pecados.
Hay otro texto bíblico que nos demuestra que Jesús procede de Dios (JN. 1, 12-13).
¿Quiso María esta virginidad, o fue obligada a aceptar la misma por Dios en contra de su voluntad? (LC. 1, 26-27). Como en aquel tiempo las mujeres carecían de libertad para elegir su estado de vida, e incluso sus padres y sus maridos tenían potestad para anular sus votos, nos es fácil llegar a la conclusión errónea de que María fue forzada a casarse con José en contra de su voluntad, teniendo en cuenta que la futura Madre del Salvador había tomado la firme decisión de ofrecerle a Dios su negación a ser madre como signo de adoración y como demostración de su deseo de apresurar la venida del Señor a Israel, y había tomado la decisión de negarse a mantener relaciones sexuales por mero placer, con el fin de demostrarle a Yahveh que su mayor deseo era servir al Altísimo. No caigamos en el error de pensar que nuestra Señora fue virgen en contra de su voluntad (LC. 1, 38).
Dios nos respeta profundamente, así pues, dado que nuestro Padre común nos ha creado libres, respeta nuestra decisión de servirle tanto como también respeta nuestro deseo de separarnos de Él. Dios le pidió a Santa María que aceptara la Maternidad de su Hijo, y ella asumió la responsabilidad de criar y educar al Redentor del mundo libremente, pues Nuestra Santa Madre amaba al Mesías y esperaba su advenimiento a Israel. En la versión original de LC. 1, 38 en Griego, no leemos que María dijo de sí misma que era “la esclava del Señor”, sino “la sierva del Señor”, ya que, mientras los esclavos sirven a sus amos por obligación, ella se entregó a Dios para servir al Todopoderoso libremente.
¿Por qué San Lucas habló en el relato de la Anunciación de María Santísima diciendo que era una virgen, en vez de decir que era una joven o una mujer? El Hagiógrafo sagrado debió escribir el citado relato teniendo presentes las siguientes palabras del primero de los Profetas llamados Mayores: (IS. 7, 14).
En el Evangelio de San Mateo leemos que “”Emmanuel”, significa “Dios con nosotros”” (MT. 1, 23).
¿Por qué deducimos que María le consagró su virginidad a Dios antes de que San Gabriel se le manifestara para comunicarle su Maternidad divina? Los Evangelistas no confirman este hecho, el cual podemos deducirlo al leer la pregunta que la Madre del Señor le hizo al arcángel que se le manifestó (LC. 1, 34). María no le dijo a San Gabriel: Apenas celebre mi enlace conyugal procuraré concebir un hijo con el fin de cumplir la voluntad de Dios, sino que le preguntó cómo sería posible el hecho de que ella llegara a dar a luz un hijo, dado que ni había mantenido relaciones sexuales con ningún hombre, ni pensaba mantener contacto conyugal con su futuro marido.
Recordemos una vez más que María estaba comprometida con José, según nos demuestra este hecho San Lucas en su primera obra (LC. 1, 26-27).
¿Cómo podemos saber que María y José no convivían juntos antes de casarse? El ángel que se le apareció a San José en sueños, le dijo las palabras que encontramos en MT. 1, 20. Si el ángel le dijo a José que no tuviera reparo en recibir a María en su casa, es porque ambos no vivían juntos, por lo que no mantenían relaciones conyugales.
¿Qué sentido tuvo la virginidad de María? En nuestro tiempo, el hecho de que una persona tome la decisión de privarse de mantener relaciones sexuales, teniendo en cuenta que la gran mayoría de la gente tiende a no privarse de ningún placer, es considerado como estúpido. Como en el tiempo que vivió Jesús muchos esenios permanecían vírgenes con el fin de acelerar la venida del Mesías a Israel, es fácil suponer que María permaneció virgen con el mismo motivo, pues en la Biblia no se especifica la razón por la que la Madre de Jesús tomó la citada decisión. Al considerar las palabras con que San Gabriel saludó a nuestra Santa Madre, suponemos que ella tenía motivos espirituales muy elevados para tomar la citada decisión, pues dicho siervo del Creador del universo le dijo las palabras que leemos en LC. 1, 28.
María no pudo corresponderle a Dios su amor de una forma mejor que diciéndole a San Gabriel estas palabras: LC. 1, 38).
Si la Biblia demuestra tan claramente la virginidad de María, ¿por qué existen iglesias o congregaciones que se denominan cristianas que desmienten rotundamente esta realidad? Nuestros hermanos separados cometen el citado error por dos razones, las cuales son, en unos, su desconocimiento de la Biblia, y, en otros, su odio contra la Iglesia Católica.
Independientemente de la procedencia de los citados hermanos de nuestro Maestro que aceptemos como válida, gracias a San Juan Apóstol y Evangelista, sabemos que ellos quisieron distorsionar el cumplimiento de la misión que Dios le encomendó a su Hijo (JN. 7, 1-10).
El autor del cuarto Evangelio nos habla de la fiesta de los tabernáculos. Los judíos llamaban tabernáculo al lugar en que tenían colocada el Arca del Testamento, que contenía el texto de la Ley mosaica. Los antiguos hebreos también llamaban tabernáculos a las tiendas en que habitaban en los días que celebraban la fiesta de los tabernáculos, con el fin de recordar la peregrinación que vivieron en el desierto durante cuarenta años. Actualmente, los ortodoxos y los católicos llamamos tabernáculo al receptáculo (sagrario) en que Cristo Jesús (las especies eucarísticas) permanece en las Iglesias, esperando que le busquemos para hablar con Él.
Jesús hacía milagros en secreto con el fin de que no se le conociera como sanador, sino como profeta o mensajero de Dios. Sus hermanos pensaban que si Él se daba a conocer como sanador, podía ser muy famoso y por lo tanto hacerse rico, ignorando que el Mesías no predicaba ni hacía prodigios para beneficiarse económicamente (JN. 7, 3-5).
San Juan, al igual que los Evangelistas Sinópticos, fue muy sincero al redactar su biografía del Señor, así pues, él reconoció que fueron muy pocos los oyentes de Jesús que aceptaron la doctrina predicada por el Mesías.
(JN. 7, 6). Aún no había llegado el tiempo en que Jesús había de ser reconocido como Hijo de Dios, pues esto había de empezar a suceder a partir del día en que el Espíritu Santo penetró en el corazón de los Apóstoles, e hizo que ellos, inspirados por el Paráclito, fundaran el Cristianismo.
Jesús les siguió diciendo a sus hermanos (JN. 7, 7)
¿Es idolátrico el culto mariano?
El culto a Dios es de latría (adoración).
El culto a María es de hiperdulía (suma veneración).
El culto a los Santos es de dulía (veneración).
Con respecto a la pregunta que encabeza este epígrafe, Nuestra Santa Madre profetizó en su oración del Magnificat: (LC. 1, 46-49).
Concluyamos esta meditación pidiéndole a nuestro Santo Padre que se cumplan pronto las siguientes palabras del Apóstol (1 COR. 13, 8-12).
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com
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