Meditación.
3. El Señor viene con poder.
Meditación de la primera lectura optativa del Ciclo C.
Meditación de IS. 40, 1-5. 9-11.
Antes de que los hebreos vivieran la experiencia de su cautiverio en Babilonia que se prolongó durante setenta años, Judea vivió en torno a un siglo de problemas, causados por el incumplimiento de la voluntad de Yahveh. No olvidemos que las semillas del consuelo se arraigan con fortaleza divina en los corazones marcados por el sufrimiento, en los que no muere la esperanza en la llegada del día en que Dios responderá las cuestiones que ignoran y necesitan conocer, para captar el sentido de su dolor.
Cuando sintamos que el sufrimiento nos embarga el corazón, le pediremos a Dios que nos consuele. Quizás no escaparemos a la vivencia de los efectos de la adversidad que tememos, pero no nos encontraremos desamparados cuando suframos, porque sentiremos la presencia de Dios en nuestra angustia. No olvidemos que el único consuelo de muchos que tienen problemas que no se pueden resolver, consiste en pensar que algún día vivirán en la presencia de Nuestro Santo Padre, más allá de sus vicisitudes actuales.
Dios nos consuela haciéndonos sentir su presencia, por medio de su Palabra, y mediante la predicación de sus evangelizadores. Atendamos a la Palabra de Dios cuando necesitemos ser consolados, y abrámonos a quienes necesitan ser amados e instruidos en el conocimiento de Dios, porque ello les aportará el consuelo que necesitan.
En la antigüedad, cuando un Rey visitaba un territorio, eran eliminados todos los obstáculos del camino por el que había de pasar, y se extendía una alfombra roja, para recibirlo. Durante el tiempo de Adviento, quienes hemos meditado la Palabra de Dios, hemos recordado, cómo podemos actuar, para prepararle el camino al Señor, mediante una vida de formación religiosa, de puesta en práctica de todo lo que aprendemos, y de oración constante.
El desierto, -según recordamos durante el tiempo de Cuaresma-, simboliza los sufrimientos que hemos de vivir, los cuales, nos sirven como pruebas, para que podamos comprobar, la fortaleza de la fe que nos caracteriza. Recordemos que el desierto de nuestras vidas nos fortalecerá la fe que tenemos en Dios, si lo recorremos confiados, al cuidado, de Nuestro Buen Pastor.
José Portillo Pérez.
joseportilloperez@gmail.com