Meditación.
Aportemos nuestro granito de arena a la plena instauración del Reino de Dios en el mundo.
¿Somos capaces de imaginar un mundo en que no exista el mal en ninguna de sus formas, y en que la muerte sea extinguida?
¿Podemos creer que la existencia de un mundo en que podamos alcanzar la plenitud de la dicha, no es una mera e irrealista ilusión trasnochada?
En el caso de responder afirmativamente las preguntas con que hemos iniciado esta meditación, ¿podemos creer que, de alguna manera, tenemos la posibilidad de participar activamente en la construcción de la sociedad conocida como Reino de Dios?
Jesús vino a nuestro mundo con la doble misión de redimirnos y darnos a conocer el Reino de Dios. No hubiera tenido sentido el hecho de que Dios nos hubiera redimido por medio de Jesús para dejarnos caer continuamente en las redes del pecado. Es esta la razón por la que la redención sólo afecta positivamente a quienes aceptan al Dios Uno y Trino, por lo cual, los tales viven adaptándose al cumplimiento de la voluntad de Nuestro Padre celestial, con la seguridad de que, por causa de su fe, recibirán el premio de la vida eterna, en la presencia de Nuestro Padre común.
San Juan, en el libro del Apocalipsis, nos describe cómo vio que se realizaría la plena instauración del Reino de Dios en el mundo, al final de los tiempos (AP. 21, 1-7).
joseportilloperez@gmail.com
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