Introduce el texto que quieres buscar.

Meditación para el Domingo XXIII del Tiempo Ordinario del Ciclo C.

   Meditación.

   1. ¿Por qué no tenemos todos el mismo conocimiento con respecto al manantial de infinita misericordia que Nuestro Padre común ha derramado sobre nosotros? Ciertamente no todos conocemos en profundidad la Palabra de Dios, pero convendréis conmigo en que la ciencia que Dios nos infunde para revelarnos sus misterios inefables no se adquiere únicamente leyendo libros, así pues, sólo aceptamos la realidad de Nuestro Salvador en el instante en que experimentamos que el Señor está con nosotros. Nuestro Santo Padre nos ha dicho "por Cristo, con Él y en Él" según oramos en la celebración de la Eucaristía, las palabras contenidas en HEB. 1, 13.

   Al hablar de nuestros enemigos, tanto San Pablo como David en el Salmo 110, versículo 1, se refieren a la adversidad que nos atañe ndependientemente de la capacidad que tenemos para comprender las realidades que conciernen a nuestra existencia, pues todos somos aptos para comprender el misterio de Nuestro Padre común. Ciertamente escapan a nuestro entendimiento humano la Santísima Trinidad, el Sacramento de la Eucaristía, el poder divino de Jesús y otras muchas realidades, pero ello no impide que nuestra fe nos eleve a la presencia de Nuestro Padre y Dios.

   2. ¿Es Jesús un Maestro exigente?

   ¿Es extremadamente exagerada nuestra Santa Madre Iglesia cuando nos pide encarecidamente que cumplamos los Mandamientos de la Ley de Dios?

   Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice que no somos dignos de Él si no somos capaces de odiar a las personas y las causas que constituyen el sentido de nuestra vida, anteponiendo así el seguimiento con respecto al Mesías a las realidades que conforman nuestra existencia.

   ¿Quiere Jesús que odiemos a nuestros padres?

   ¿Quiere Jesús que odiemos a nuestros hijos, a nuestros hermanos, y las realidades que nos atan al mundo?

   Para comprender el versículo 26 del capítulo 14 de la obra lucana que estamos meditando, es necesario tener en cuenta que en arameo el término “odiar” significa “tener a menos”, así pues, Jesús nos pide que tengamos a menos a las personas y demás realidades que amamos, para convertir de esa forma su causa en la razón principal que nos ata a este mundo y nos transporta al Reino de Dios. Jesús no quiere que nos odiemos unos a otros, pero Nuestro Señor nos pide que, según reza el primer Mandamiento de la Ley de Dios, amemos a Dios más que a todos nuestros seres queridos y las actividades que hacen atractiva nuestra vida.

   Para poder comprender el mensaje que Jesús nos transmite en esta ocasión, hemos de preguntarnos qué es, pues, exactamente lo que Dios quiere de nosotros. Jesús responde el citado interrogante en estos términos: (JN. 6, 29).

   Todos los que estamos celebrando la Eucaristía en esta casa de oración que le ha sido consagrada a Dios, creemos en Jesús, pero, si creemos en el Hijo de María, ¿cómo nos opondremos a cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios?

   Jesús no sólo nos exige que tengamos fe en Dios. El Señor quiere que practiquemos sus consejos evangélicos para demostrarnos a nosotros, a la Iglesia y al mundo que nuestra fe es palpable porque nuestras palabras y obras confirman que verdaderamente somos hijos de Dios, por consiguiente, el Apóstol Santiago escribió en su Epístola universal con gran sabiduría las siguientes palabras: (ST. 2, 17).

   Necesitamos tener cuidado, queridos hermanos y amigos, de no alardear de la grandeza de nuestra fe, creyendo que Dios nos salvará en atención a nuestras obras de caridad, pues San Lucas nos legó la siguiente frase en sus Actas de los Apóstoles: (HCH. 16, 31).

   Si Dios nos salvará en atención a nuestra fe, ¿para qué queremos hacer el bien? Es de bien nacidos el ser agradecidos, pero, para comprender la discrepancia existente entre las teorías de los citados Apóstoles, hemos de entender que, en los primeros tiempos de la Iglesia, Santiago era lo que en nuestro tiempo llamamos un conservador, y Pablo era todo un progre de mentalidad abierta, digo que Pablo tenía una mentalidad abierta para especificar que investigaba las ciencias del mundo sin miedo a pecar, pues, a pesar de la cerrazón que caracterizó a algunos Hagiógrafos de la Biblia, San Pablo aprendió a ser más trascendente por causa de sus estudios de las ciencias del mundo.

   3. ¿Qué condiciones tenemos que cumplir para seguir a Jesús? Lo único que Nuestro Señor nos pide es que compendiemos nuestras virtudes y defectos y que nos dispongamos a ser sus seguidores. Cuanto más formados estemos con respecto al conocimiento de las verdades de Dios, mayor será nuestra fe, y nos será más fácil el hecho de ser discípulos de Nuestro querido Maestro. Jesús quiere que trabajemos en su viña. Nuestro Señor es un empresario muy especial, así pues, le incumbe más nuestro deseo de trabajar que los frutos que podemos producir y, a la hora de abonarnos nuestro salario, pone en nuestras manos un cheque en blanco y un bolígrafo, porque su generosidad es ilimitada.

joseportilloperez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tus peticiones, sugerencias y críticas constructivas