Meditación.
Para los cristianos, la felicidad plena, consiste en amar, y ser amados.
1. La fe es el verdadero poder de los seguidores de Jesús
Meditación de JER. 31, 7-9.
Hemos vivido un ciclo de siete domingos en que Jesús nos ha inculcado la manera idónea en que debemos actuar, si valoramos el conocimiento mediante el que podemos adaptarnos plenamente al cumplimiento de la voluntad de Nuestro Santo Padre. Aunque aspiramos a alcanzar la plenitud de la felicidad, los valores predicados por Jesús son contrarios a los valores en que mucha gente inspira su vida. En el texto de la Profecía de Jeremías que estamos considerando, el Hagiógrafo Sagrado nos habla de la multitud de creyentes en Dios, constituida por gente humilde, indefensa y marcada por el sufrimiento. Ello nos recuerda que Dios es nuestro bien mayor, y que Nuestro Santo Padre nos invita a adaptarnos plenamente al cumplimiento de su voluntad, para que seamos dignos de vivir en su presencia.
Mucha gente sueña con alcanzar poder, riquezas y prestigio. Tales deseos no son contrarios al cumplimiento de la voluntad de Nuestro Creador, si, quienes los consiguen, los viven desde la óptica de Nuestro Santo Padre, así pues, el poder es digno de alabanza en quienes lo convierten en capacidad de servir desinteresadamente a sus prójimos los hombres, las riquezas pueden utilizarse adecuadamente para extinguir la miseria de la humanidad, y, la buena fama, puede ser un magnífico testimonio, de vida ejemplar de fe.
Después de haber vivido un ciclo de siete Domingos dedicados a inculcarnos el conocimiento necesario para alcanzar la gloria divina recorriendo el camino de la cruz, iniciamos una nueva etapa de tres Domingos, en que reflexionamos sobre las tres virtudes teologales, -es decir, hoy meditaremos sobre la fe, el próximo Domingo lo haremos sobre la esperanza, y, el Domingo XXXII Ordinario, sobre la caridad-. En esta ocasión meditaremos sobre la importancia de la fe, demostrándonos así que aceptamos la enseñanza que Jesús nos ha inculcado durante las siete semanas anteriores. Jesús nos ha enseñado a recorrer el camino de la cruz, y, nosotros, a partir de nuestro estado actual, -especialmente, si sufrimos por alguna causa-, seguiremos perfeccionándonos como seguidores del Señor, porque sabemos que, Nuestro Santo Padre, nunca dejará de amarnos.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com
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