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El bien ser, el bien saber, el bien hacer, el bien estar, y el bien tener. (Meditación de la primera lectura del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario del Ciclo B).

   Meditación.

   El bien ser, el bien saber, el bien hacer, el bien estar, y el bien tener.

   1. En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza.

   Meditación de SB. 7, 7-11.

   Estimados hermanos y amigos:

   Al leer ciertos pasajes bíblicos, podemos tener la impresión de que, la fe que profesamos, para poder ser vivida plenamente, nos exige la renuncia a las riquezas materiales que podamos tener. Dos ejemplos de ellos son la parábola del rico epulón que fue condenado a las llamas del infierno porque no socorrió a un mendigo llamado Lázaro (LC. 16, 19-31), y las duras palabras que Santiago escribió denunciando la actitud de los ricos que explotaban inmisericordemente a los más débiles (ST. 5, 1-6). Si examinamos dichos textos, nos percatamos de que los mismos son denuncias de la actitud de los avaros que no se apiadan de los más necesitados del mundo, lo cual nos indica que no deben ser tenidos como condena de todos los ricos en general, ni como invitación que se nos hace a renunciar a los bienes que podamos tener. En tiempos de Jesús, había en Palestina terratenientes que explotaban injustamente a los pobres, ricos que, teniendo la posibilidad de hacer el bien, no lo hacían. San Lucas, por medio de la citada parábola, les recordó a sus lectores la necesidad existente en el mundo de almas misericordiosas, que se apiaden de los desposeídos. Por su parte, siendo consciente de que quienes no podían pagar sus deudas se veían obligados a vender a sus familiares como esclavos, eran privados de sus pertenencias, y eran encarcelados, Santiago, -el primer Obispo de Jerusalén-, denunció la falta de amor hacia los más débiles, por parte de quienes solo pensaban en enriquecerse.

   Las riquezas por sí mismas no son malas, pero, si las utilizamos para propagar injusticias, o para alcanzar fines meramente egoístas, nos dejamos seducir por el pecado. Esta es la razón por la que en la primera lectura que meditamos hoy se nos recuerda que la sabiduría de Dios es más importante que las riquezas materiales, porque nos enseña a valernos de las mismas sin renunciar a profesar la fe que nos caracteriza, y por la que he titulado esta serie de estudios bíblicos "El bien ser, el bien saber, el bien hacer, el bien estar, y el bien tener". Aunque quizás no podemos memorizar el título de estos estudios la primera vez que lo leemos, si lo aplicamos a nuestra vida de cristianos, conseguiremos alcanzar el ideal de vida, consistente en ser perfectos imitadores de Jesús.

   -El bien ser. Se nos ha dado la oportunidad de analizar todas las circunstancias que acaecen que están relacionadas con nuestra vida y el medio social en que vivimos. Esta es la razón por la que San Pablo nos instruye, en los siguientes términos: (FLP. 4, 8).

   San Pablo nos incita a profesar la fe que nos caracteriza tanto en las celebraciones litúrgicas como fuera de los templos en que celebramos la Eucaristía, defendiendo todo lo que es verdadero, honesto, y justo, respetando la diversidad de ideologías existentes en el mundo para poder propagar mejor el Evangelio, realizando nuestras actividades por medio de una disciplina que nos permita hacer todo lo que se espera de nosotros.

   -El bien saber. Sabemos que los creyentes de muchas denominaciones cristianas asisten a sus celebraciones de culto y reuniones bíblicas con sus versiones de la Biblia y cuadernos para resumir o esquematizar las ideas que sus líderes les transmiten por medio de sus predicaciones. A pesar de ello, muchos católicos, aunque asistimos puntualmente a las celebraciones eucarísticas dominicales, no tomamos notas de las lecturas bíblicas ni de las homilías que escuchamos, lo cual tiene la consecuencia lógica de que olvidamos tales ideas, en muchas ocasiones, antes de concluir las celebraciones litúrgicas, a pesar de que no necesitamos interpretar la Biblia de cualquier manera, sino tal como lo hace Dios, transmitiéndonos su enseñanza, por medio de las Sagradas Escrituras, y del Magisterio de la Iglesia. No es bueno conformarnos conociendo algunos aspectos de la Palabra de Dios, si tenemos la posibilidad de aumentar dicho conocimiento, que puede hacernos mejores cristianos, al aumentarnos la fe que tenemos en Dios.

   -El bien hacer. No actuemos de mala gana haciendo el bien en beneficio de nuestros familiares, hermanos de fe, compañeros de trabajo y otras personas a quienes tengamos la oportunidad de beneficiar. Actuemos buscando alcanzar el nivel de excelencia que hace que los cristianos sean conocidos por causa de las buenas obras que realizan. Si nos esforzamos para lograr alcanzar la excelencia del bien hacer, conseguiremos darle a nuestra familia y al mundo más de lo que hemos recibido, lo cual ayudará a crear una sociedad plenamente caritativa, que, con toda justicia, podrá ser conocida como Reino de Dios.

   -El bien estar. Desgraciadamente, puede sucedernos que, con respecto a Dios y a los hombres, podemos estar más dispuestos a recibir que a dar. Creo que todos los que hemos tenido la oportunidad de trabajar, hemos valorado más los bienes terrenos cuando nos los hemos ganado, que cuando nuestros padres nos los han regalado siendo niños y adolescentes. El bien estar cristiano no solo está relacionado con la posesión de riquezas, -el bien tener-, pues también se refiere al bien ser, el bien saber, y el bien hacer.

   -El bien tener. En la primera lectura correspondiente a esta celebración eucarística, se nos invita a considerar más importantes las riquezas espirituales que las materiales, para que al no valernos inadecuadamente de las segundas, no renunciemos a vivir la fe que nos caracteriza.

   ¿Aprovecharemos la oportunidad de utilizar nuestras riquezas materiales para cumplir la voluntad del Dios que no quiere que tengamos carencias, y que desea valerse de tales riquezas para ayudar a quienes tienen carencias materiales por nuestro medio?

José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com

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