Meditación.
1. He pensado establecer mi alianza con vosotros y con vuestra descendencia.
Meditación de GN. 9, 8-15.
Dios se alió con Adán y sus descendientes, con Abraham y sus descendientes, y con Moisés y su pueblo. Cada alianza que Dios pactó en la Biblia tiene un carácter especial. En el caso de Adán, Dios se alió con toda la humanidad, por ser la misma descendiente del primer hombre y la primera mujer que creó (GN. 5, 1-2). En el caso de Abraham, Dios se alió con el citado jeque y sus descendientes, por lo que el Señor instituyó su familia humana. En el caso de Moisés, Dios se alió con el pueblo hebreo, el cual llegó a ser su pueblo, por morar en el mismo la familia de Abraham. La alianza de Dios con Noé y sus descendientes (la humanidad) fue muy significativa, porque no fue cúltica, sino ética. Mientras que los descendientes de Abraham tenían que ser circuncidados para poder formar parte de la familia humana de dios (GN. 17, 10-13), y los hebreos se adhirieron a la alianza que Yahveh selló con Moisés por medio del cumplimiento de cientos de preceptos legales, de los descendientes de Noé sólo se esperaba que respetaran la vida humana, y que se reprodujeran, con el fin de poblar la tierra (GN. 9, 6-7). Mientras que judíos, musulmanes y cristianos nos hemos amparado en nuestras religiones para marginar a quienes no comparten nuestras convicciones, Yahveh no estipuló ningún culto en la alianza que selló con Noé, indicando con ello que acepta a toda la humanidad.
La alianza de dios con Noé también fue significativa, por cuanto Yahveh no hizo su pacto exclusivamente con los hombres, pues también lo firmó con los animales, indicando que desea que la humanidad se reconcilie con Él y consigo misma, y viva pacíficamente. Aunque la alianza fue sellada tanto con los hombres como con los animales que salieron del arca, Dios afirmó que la humanidad jamás volvería a ser exterminada ni la tierra volvería a ser destruida por medio de un diluvio. Siendo el arca de Noé sinónimo de la fe y por consiguiente de la Iglesia, por ser los moradores de la tierra descendientes de Noé, todo el planeta jamás volverá a ser castigado con un diluvio que extermine la vida del mismo. En este contexto, Noé se asemeja a Jesús, por cuya Pasión, muerte y Resurrección, hizo a sus seguidores miembros de su Reino, un Reinado eterno, que jamás será exterminado.
El arco iris fue el signo del pacto que Dios firmó con Noé. Dios hizo aparecer su arco en el cielo, indicando que jamás volvería a disparar sus flechas contra la humanidad que se comprometía a no asesinar a nadie y a reproducirse para poblar la tierra. Las nubes representan la presencia de Dios, así pues, a modo de ejemplo, podemos recordar cómo Dios guio a los hebreos a través del desierto en una columna de nubes durante los días y de fuego durante las noches (ÉX. 13, 21). Recordemos que el fuego es utilizado por Dios para purificar a su pueblo.
(José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com
).