Meditación.
1. ¿Está o no está Dios con nosotros?
Meditación de ÉX. 17, 1-7.
en el texto del segundo volumen bíblico que estamos considerando, vemos que una vez más los hebreos emprendieron su marcha por orden de Dios, y que les faltó el agua. El hecho de creer en Dios no significa que nuestras dificultades se van a resolver mágicamente, sino que aprenderemos a sobrevivir a las mismas, tal como lo haría el Señor, si viviera nuestras circunstancias, en cuanto ello nos sea posible. Si los creyentes en Dios tuviéramos una vida fácil, no seguiríamos a Jesús por amor, sino por interés.
Dado que Moisés era el representante de YHWH ante su pueblo, disputar con él consistía en tentar al Dios que libró a los hebreos de la esclavitud de Egipto con su mano poderosa. Es de tener en cuenta el hecho de que el pueblo no se reveló contra dios y su Profeta por capricho, sino porque estaba torturado por la sed. Muchos cristianos no estamos de acuerdo con la práctica del aborto, pero no por ello debemos considerar pecadoras irremisibles a las mujeres que abortan, porque no todas encuentran un ambiente propicio para acoger a sus hijos, y necesitamos contemplar sus circunstancias desde su punto de vista, y no desde nuestra posición moralista, siempre distante de quienes tienen que evaluar si pueden y quieren dar a luz a sus hijos, criarlos y educarlos. No marginemos a ninguna persona por considerarla pecadora, porque no sabemos cuales son las razones que la inducen a actuar de determinadas formas (CIC. n. 1735).
¿Por qué sacó Dios a su pueblo de Egipto para hacerlo fallecer en el desierto? ¿Por qué no extermina Dios las enfermedades y la muerte? El sufrimiento, el pecado y la muerte, son temas que nos inducen a hacernos muchas preguntas, las cuales sólo nos serán contestadas al final de los tiempos, cuando Dios concluya la plena instauración de su Reino entre nosotros. Mientras que ello sucede, necesitamos seguir caminando, sin perder la esperanza de que nuestra historia no terminará mal (FLP. 1, 21).
Moisés se sintió amenazado por su pueblo, y le pidió ayuda a YHWH. Hay momentos en que quienes anunciamos el Evangelio nos sentimos afectados, porque, en lugar de conseguir conversiones, sucede que nuestra fe se empequeñece. Por otra parte, ¿qué hacemos para conseguir que la gente crea en Dios? ¿Tenemos las respuestas que la gente necesita encontrar, o seguimos utilizando discursos que fueron muy útiles para los evangelizadores de siglos pasados, y en la actualidad sólo nos son útiles a quienes sabemos exactamente lo que queremos decirles a nuestros oyentes y/o lectores?
Dios sació la sed de su pueblo, así como nosotros esperamos que sacie la nuestra.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com