Oremos para que las familias cristianas se consagren al cumplimiento de la voluntad divina.
Ejercicio de lectio divina de LC. 2, 22-40.
Lectura introductoria: COL. 3, 17.
1. Oración inicial.
Iniciemos este encuentro de oración y meditación, en el Nombre del Padre, del Hijo, y, del Espíritu Santo.
R. Amén.
La Sagrada Familia fue al Templo de Jerusalén a fin de que María fuera purificada de su periodo menstrual de cuarenta días, a presentarle a Jesús a Dios, y recuperarlo posteriormente, por medio del sacrificio de dos tórtolas o pichones, y el pago de cinco siclos de plata. Según la doctrina católica, María no tenía necesidad de ser purificada porque excepcionalmente fue librada de la mácula del pecado original para que pudiera ser Madre del Dios que no está relacionado con el mal, y Jesús no tenía la obligación de ser presentado ante Yahveh como siervo porque es Dios. el hecho de que la Sagrada Familia cumpliera prescripciones religiosas sin tener necesidad de hacerlo, nos insta a acatar los preceptos bíblicos y de las denominaciones cristianas a que pertenecemos. Ello puede ser para nosotros una carga si nos sentimos obligados a hacerlo, o una satisfacción, si nos sirve para crecer espiritualmente, y aumentar la calidad y calidez, de las relaciones que mantenemos con nosotros, con Dios y con nuestros prójimos los hombres, independientemente de que los tales sean creyentes.
Los judíos le concsagraban a Yahveh sus primeros hijos (ÉX. 13, 2 y 12). Ello nos insta a consagrarle a Dios todos los días que vivimos. Es por ello que le pedimos que haga su voluntad respecto de nuestra vida, porque consideramos que ello es lo mejor que nos puede suceder, aunque en ciertas ocasiones no podemos comprender el designio divino de Nuestro Padre común respecto de nosotros. Necesitamos una fe a toda prueba para ser cristianos, la cual en un principio no ha de ser muy grande, pues basta que sea como un grano de mostaza (LC. 13, 18-19).
Aunque los cristianos no sacrificamos animales para ofrendárselos a Dios, muchos de nuestros hermanos de fe conservan la costumbre de hacer sacrificios con el doble propósito de mejorar su conducta cristiana y de pedirle dones a Dios. El hecho de hacer sacrificios puede ser visto como el esfuerzo que se hace de asumir una obligación, que es utilizado por muchos que no acostumbran llevar a cabo todos sus propósitos. Personalmente pienso que, quienes tienen dificultades para hacer lo que se proponen, en lugar de esforzarse en enfrentar tales dificultades por medio de sacrificios, pueden comprometerse a alcanzar sus metas haciendo propósitos que en un principio no sean difíciles de alcanzar, para posteriormente asumir mayores dificultades, según vayan confiando más en sus capacidades, conforme vayan alcanzando metas.
Simeón era anciano, cosa que necesitamos tener en cuenta, ya que la ancianidad significa experiencia vital en el lenguaje bíblico. Simeón también era justo y piadoso, lo cual significa que tenía una fe estable en el cumplimiento de las promesas divinas, y era pío -o devoto- y virtuoso. Ya que el espíritu Santo moraba en Simeón, tenía la fe suficiente para esperar el exterminio del sufrimiento de los Israelitas. ¿en qué nos parecemos y nos diferenciamos de Simeón?
el Paráclito le reveló a Simeón que no moriría antes de haber visto al Mesías. Nuestra vida tiene una razón por la que existe. Nuestra existencia tiene sentido.
¿Para qué vivimos?
¿Cuáles son nuestras aspiraciones?
¿Cuáles son nuestros valores?
¿Cuáles son nuestras capacidades y limitaciones?
¿Somos capaces de convertir la adversidad que nos afecta en oportunidades de alcanzar el éxito, o vivimos sumidos en el victimismo?
¿Esperanmos que la vida sea generosa con nosotros, o pensamos que es la vida la que espera que nos realicemos en cuanto esto nos sea posible?
Simeón tomó al pequeño Jesús entre sus brazos, cuando José y María lo llevaron al Templo jerosolimitano para cumplir los citados preceptos legales. El cumplimiento de los Mandamientos divinos lleva implícita una promesa (DT. 30, 15-16). Dios escucha las oraciones de sus hijos, quienes dan el paso de fe de cumplir sus Mandamientos, y son acogidos por el Dios Uno y Trino, de quien son hijos nacidos del agua y del Espíritu Santo (JN. 3, 5).
Cuando Simeón tomó a Jesús entre sus brazos, bendijo a Dios. Él sabía que no había conseguido lo que más había deseado por sí mismo, dado que el Espíritu Santo le reveló que no moriría sin haber visto al Ungido por el Espíritu de Dios. ¿Tenemos presente a Dios siempre, o sólo lo recordamos cuando necesitamos que nos favorezca?
Simeón dijo en su oración que podía morir tranquilo, dado que le fue permitido ver al Salvador de Israel. Simeón sabía que podía irse en paz a la presencia de Yahveh, porque sus ojos vieron a Aquel que es la salvación añorada por el resto de Israel cuya fe no fue adulterada por los líderes de las facciones en que se dividió el Judaísmo con el paso de los siglos. Los cristianos nos parecemos mucho a los judíos que vivieron en el siglo I, pues, independientemente de que pertenezcamos a tal o cuál iglesia -o congregación-, no sólo no nos entendemos adecuadamente con quienes pertenecen a denominaciones diferentes a aquella a la que pertenecemos, pues también tenemos dificultades a la hora de relacionarnos con quienes celebramos el culto divino y compartimos actividades pastorales.
Simeón profetizó que no sólo los judíos serían salvados por Dios, pues también los paganos serían hijos de Yahveh. Para San Lucas, el discípulo de San Pablo que escribió su Evangelio para cristianizar a gentiles -o paganos-, era importante subrayar el hecho de que el Dios de los judíos también es el Dios de toda la humanidad. A lo largo de la Historia, los cristianos hemos defendido el error de creernos superiores a quienes no han profesado nuestra fe, por creer que Dios ha estado exclusivamente de nuestra parte, y que tenemos derecho a alcanzar la salvación por cumplir prescripciones religiosas, como si Dios nos amara porque cumplimos sus Mandamientos, y no porque somos sus hijos. Muchos que han perdonado a sus padres a pesar del daño que los tales les han hecho, no han rehusado su rencor porque ello es un deber de buenos cristianos, sino porque quienes los han dañado son sus progenitores, a quienes siguen amando a pesar de que les han hecho sufrir. Dios no nos ama por causa de nuestra perfección a la hora de cumplir sus Mandamientos, sino porque nos ha hecho sus hijos.
José y María estaban admirados de lo que Simeón decía de Jesús. ¿qué pensamos respecto de lo que se dice de Jesús en el ambiente en que vivimos, y cómo nos afecta?
No podemos permanecer indiferentes ante Jesús de Nazaret. Si no estamos a favor de Jesús, vivimos contra el Hijo de dios y María (MC. 9, 40). Jesús es un signo de contradicción para quienes tienen dificultades para profesar la fe cristiana, pues les hace cuestionarse sus creencias permanentemente, para evitarles caer en el estancamiento de quienes dicen de sí mismos que son creyentes, y apenas se percatan de que se les debilita la fe, porque no la alimentan adecuadamente. El quietismo afecta a los cristianos de siempre que se pasan la vida evitando resolver sus problemas refugiados en la oración y la meditación, y la fe se agiganta en los países en que ser cristianos conduce a muchos creyentes a perder la vida terrenal para ganar la salvación eterna. Ello sucede porque es preferible morir teniendo una vida con propósito que vivir estancado sin un motivo que impulse a alcanzar el éxito en los campos en que se trabaje, en cuanto ello sea posible.
Quienes sois madres podéis imaginaros la felicidad que tenía María por haber tenido un Hijo, y cómo pudo sentirse al saber que iba a sufrir por Jesús. Oscar Wilde decía: "en este mundo sólo hay dos tragedias: una, no conseguir lo que se necesita; otra, conseguirlo. Esta última es la verdadera tragedia". En la vida tenemos que pagar un elevado precio en ocasiones hasta por lo que recibimos gratuitamente. Alcanzar un logro nos predispone a alcanzar otra meta más elevada, y sólo la fe en nosotros, en Dios y nuestros prójimos y la resiliencia, pueden ayudarnos a seguir superándonos a nosotros mismos, pues jamás dejaremos de desear alcanzar nuevas metas, ni nos compararemos con nadie que no seamos nosotros, porque al compararnos con otros siempre saldremos perjudicados, pero, al compararnos con nosotros, nos encontraremos con nuestras capacidades y limitaciones, y con el gozo de haber superado muchas dificultades, y de haber alcanzado metas añoradas.
Ana también era de edad avanzada, y viuda. Servía en el Templo, y se sacrificaba haciendo ayunos y oraba mucho. Los sacrificios son normales para los profetas, pues estos no viven su fe estancados en su zona de confort, porque viven esforzándose constantemente para conseguir lo que anhelan, y removiendo las conciencias de los demás, con la finalidad de convertirlos en sus aliados, a pesar de que en muchas ocasiones, consiguen lo contrario a lo que desean. Ana alabó a Dios, y les habló de Jesús a quienes esperaban la redención de Jerusalén. Los profetas no hablan por hablar ni por malgastar sus medios, energías y tiempo, pues procuran averiguar quiénes son receptivos a su predicación.
La Sagrada Familia volvió a Nazaret después de cumplir las citadas prescripciones legales. Volvamos a realizar nuestras actividades ordinarias cuando celebremos el culto divino, procurando practicar lo que aprendamos y recordemos, al contactar con la Palabra de Dios, y la enseñanza de la Iglesia a que pertenecemos.
Jesús creció, se fortaleció, aprendió el oficio de José, estudió cuanto le fue posible según la economía de José y su capacitación para adquirir conocimientos, y creció en gracia. ¿En qué niveles hemos crecido? ¿En qué niveles nos hemos estancado o hemos evitado crecer?
Oremos:
Oración de quienes tienen dificultades respecto del acatamiento de preceptos religiosos.
Espíritu Santo:
Me cuesta un gran esfuerzo el hecho de acatar preceptos religiosos. Me chocan algunas creencias de la denominación cristiana a que pertenezco porque no las considero aptas para ser cumplidas. Me encuentro entre la desobediencia y el pensamiento de que debo respetar mi conciencia, que me dice que no siga esas creencias. Te ruego me envíes a alguien que me explique la utilidad de las mismas, con el fin de que me ilumines y me indiques lo más correcto que puedo hacer.
Amor que vinculas al Padre y al Hijo desde la eternidad:
Me es difícil cumplir los preceptos bíblicos y eclesiásticos, porque no concibo la profesión de fe como el acatamiento de cientos -o miles- de normas que han de cumplirse sin pensar si ello es justo o no merece la pena. enséñame tu verdad, para que pueda actuar con la seguridad de estar haciendo lo correcto a tus ojos.
Amor del Padre y del Hijo que te nos derramaste cuando fuimos bautizados:
El cumplimiento de preceptos religiosos se ha convertido para mí en una carga insoportable, porque soy un gran perfeccionista, que no me permito el hecho de cometer el error más insignificante. Mis seres queridos me recomiendan que intente perder la fe que me has inspirado, pero yo me siento un gran pecador si no sigo tus inspiraciones, ni cumplo los Mandamientos divinos. Ven en mi ayuda si eres el Dios del amor, y recuérdame que no me amas por causa de un perfeccionismo que solo puede ser característico de Dios, sino porque Jesús, por su Pasión, muerte, Resurrección y Glorificación, me ha ganado la dignidad de Hijo del Altísimo.
Espíritu del Dios que existe desde siempre:
Yo no cumplo preceptos religiosos porque sé que eres el Dios del amor, la naturalidad y la espontaneidad. Hazme saber si estoy cometiendo un error al observar la conducta de quien profesa su fe por libre, porque quiero cumplir tu voluntad, y no la mía.
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de LC. 2, 22-40.
3-1. Las ceremonias llevadas a cabo por los judíos cuando nacían sus hijos (LC. 2, 21-24).
3-1-1. La circuncisión.
(GN. 17, 10-14; LV. 12, 3). El octavo día de su nacimiento, los varones judíos eran circuncidados y se les ponía nombre. La circuncisión distinguía a los judíos de los paganos, por lo que significaba la relación especial mantenida entre Yahveh y los hijos de su pueblo.
3-1-2. La redención -o compra- de los primogénitos.
(ÉX. 13, 2. 11-16; NÚM. 18, 15-16). Dado que los primogénitos eran presentados ante Yahveh por cuanto eran considerados como pertenecientes a Dios, el único que puede dar vida, era necesario recuperarlos por medio de una ofrenda, consistente en el pago de cinco siclos de plata.
3-1-3. La purificación de las madres.
(LV. 12, 2-8). El periodo de la impureza de las mujeres que daban a luz, duraba cuarenta días si tenían niños, y ochenta días si tenían hijas. Durante tales periodos, las madres tenían prohibido entrar en el Templo. Al final de tales periodos, las familias pudientes sacrificaban un cordero y una paloma por el pecado de impureza, y las familias más pobres sustituían el cordero por un pichón. Esto es lo que hicieron José y María (LC. 2, 24).
3-2. La fe y la esperanza de Simeón (LC. 2, 25).
San Lucas nos dice que Simeón vivía en Jerusalén, lo cuál significa que era muy religioso. Tal significado del texto que estamos considerando lo extraigo al compararlo con la parábola del buen samaritano (LC. 10, 25-37), un texto en el que la permanencia en Jerusalén es equiparable a la profesión de fe, y el camino de Jericó, a la vida de pecado.
Simeón era justo, lo cuál significa que tenía fe en Yahveh, y, por tanto, en el cumplimiento de la promesa divina, relativa a la redención de Israel. Dado que el corazón de Simeón llegó a ser morada del Espíritu Santo, comprendemos el hecho de que la vida de Simeón estaba caracterizada por el cumplimiento de la voluntad divina.
3-3. La revelación que el Espíritu Santo le hizo a Simeón (LC. 2, 26).
El Espíritu Santo le reveló a Simeón que no moriría sin haber visto al Enviado del Señor. No sabemos cuántos años vivió Simeón esperando el añorado momento de poder contemplar al Redentor de Israel, pero este hecho nos recuerda la importancia que tiene la paciencia para nosotros, cuando tardamos mucho tiempo en conseguir llevar a cabo nuestros propósitos.
3-4. El Espíritu Santo impulsó a Simeón a tomar al pequeño Jesús entre sus brazos (LC. 2, 27-28).
¿Actuamos movidos por el Espíritu Santo como lo hizo Simeón? Aunque los cristianos corremos el peligro de basar nuestra fe en la adquisición de conocimientos filosóficos y/o en el cumplimiento de mandamientos, el Espíritu Santo se nos revela como amor, libertad, seguridad, confianza y espontaneidad.
3-5. Simeón se dispuso a morir en paz (LC. 2, 29).
Dado que Simeón fue testigo de la revelación que le hizo el Espíritu Santo respecto de que no moriría sin ver al Cristo de Dios, y el citado anciano tuvo el privilegio de tener al Dios Niño entre sus brazos, se dispuso a morir en paz. Él sabía que algún día Jesús redimiría a sus creyentes, pero era consciente de que ese día podía estar muy lejano, y de que, por causa de su abanzada edad, su vida podía terminarse antes de que llegara el tan esperado acontecimiento de la historia de la salvación.
Se nos insta a los cristianos a dejarnos purificar y santificar por el Señor, para que, cuando acontezca nuestro fallecimiento, estemos preparados para ser salvados, y tengamos el mayor conocimiento posible del Dios Uno y Trino, con el fin de que podamos alcanzar la plenitud de la felicidad, viviendo en su presencia.
3-6. Mis ojos han visto tu salvación (LC. 2, 30).
Simeón no vio consumada la salvación de los creyentes de Dios de todos los tiempos, pero tuvo entre sus brazos a quien es la salvación. El Salvador de la humanidad, fue abrazado por un hombre que hizo de la espera de su advenimiento su sentido de vida. Ello nos induce a pensar si realmente hemos experimentado la acción de quien es la salvación de Dios en nuestra vida.
3-7. Nuestro Padre celestial es el Dios de los judíos y de los gentiles (LC. 2, 31-32).
Simeón insistió en el hecho de que Yahveh es el Dios de toda la humanidad (IS. 49, 6). San Lucas escribió su Evangelio en el tercer cuarto del siglo I, en un tiempo en que era necesario demostrar que todas las naciones pueden ser acogidas por el Dios que no discrimina a nadie por ninguna causa.
3-8. José y María se maravillaron al ver cómo Simeón acogió a Jesús en su corazón (LC. 2, 33).
José y María se maravillaron por las siguientes tres razones:
1. Simeón dijo que Jesús es un don de Dios. Jesús, la imagen del Dios invisible (COL. 1, 15), se hizo un hombre idéntico a nosotros con la salvedad de que jamás pecó (HEB. 4, 15), pasó por el mundo haciendo el bien (HCH. 10, 38), y padeció, murió, resucitó y fue glorificado, para alcanzarnos la salvación.
2. Simeón reconoció a Jesús como Mesías. Jesús fue ungido por el Espíritu Santo (MT. 3, 16), a fin de que desempeñara su misión de Profeta anunciador de la Verdad de Dios, Sacerdote que se sacrificó por la plena instauración del Reino de Dios en el mundo, y Rey siervo de Dios y sus hijos los hombres.
3. Simeón también dijo que Jesús es la luz del mundo (JN. 8, 12).
Simeón fue el segundo que le hizo a María una profecía referente a Ella y Jesús. La primera en hacerle una profecía a María fue Isabel (LC. 1, 42-45).
3-9. Jesús es una señal paradójica (LC. 2, 34-35).
Mientras que muchos israelitas caerían por oponerse a Jesús (IS. 8, 14-15), otros se levantarían por aceptar al Señor. Frente a Jesús no podemos tener una posición neutral, así pues, si somos creyentes, tenemos que tomar una decisión. María habría de sufrir el rechazo que caracterizó -y lo caracterizará- a Jesús por parte de muchos de sus contemporáneos, y de muchos creyentes y no creyentes de tiempos posteriores.
3-10. Simeón, Ana y los ancianos.
Por su edad avanzada, Simeón y ana representan el anhelo de Dios característico de la humanidad. Ambos tenían la esperanza de que verían al Mesías. Gracias al hecho de que se dejaron inspirar por el Espíritu Santo, fueron testigos del Niño Jesús.
Los ancianos eran muy respetados en la cultura judía. Aunque en nuestra sociedad se valora mucho la juventud, es necesario que nos esforcemos para conseguir que las personas mayores, -al igual que los discapacitados y otros colectivos-, no sufran ningún tipo de marginación. Estimulemos a los ancianos para que nos transmitan su sabiduría y experiencia. Su mentalidad es diferente a la nuestra porque vivieron en un tiempo diferente al nuestro y no se les educó como a nosotros, pero tienen muchas cosas que enseñarnos, y es necesario que se sientan dichosos, por causa de lo que les han aportado sus vivencias. Escuchémosles atentamente cuando nos hablen, y abramos vías para que puedan servir a Dios y a sus hijos.
3-11. La profetisa Ana (LC. 2, 36-38).
Ana se casó durante los años de su juventud, y vivió durante siete años con su marido, hasta que quedó viuda. Dado que no tuvo hijos, es de suponer que se le marginó por ser considerada maldita por Dios, tal como les sucedía a las mujeres estériles. Al quedar desamparada en el mundo, cuando murió su marido, Ana se hizo servidora en el Templo de Jerusalén, donde ejerció el profetismo, hizo penitencia por medio de ayunos rigurosos, y se dedicó a orar. El paso del tiempo cura unas heridas, y, aunque consigue que otras dejen de sangrar, las tales nunca terminan de cicatrizar. No niego el hecho de que Ana llegó a sus ochenta y cuatro años de edad caracterizada por una ejemplar fe en Dios, pero está claro que le faltó amor humano. Trabajemos y oremos para que cada día haya menos Anas en el mundo que se acojan a la religión por estar desamparadas, y, por consiguiente, sin afecto humano.
Los profetas se relacionan con Dios con más profundidad que quienes no viven sirviéndolo constantemente. Su misión se divide entre la predicación del Evangelio, la denuncia de las injusticias individuales y sociales, y la predicción del futuro. Esta es la causa por la que Ana alabó a Dios y les habló de Jesús a quienes esperaban la redención de Jerusalén.
3-12. La Sagrada Familia volvió a Nazaret, donde Jesús creció, fue educado, aprendió a trabajar y se relacionó con Yahveh (LC. 2, 39-40).
La Sagrada Familia regresó a Nazaret después de cumplir las citadas prescripciones religiosas. Jesús fue educado en Nazaret, aprendió el oficio de José porque sus padres no sabían si tendría que vivir de su trabajo aparte de desempeñar la misión que le encomendó Nuestro Padre común, y creció en fe y santidad, en cuanto que era Hombre. La gracia de Dios estuvo sobre Jesús, según el Señor se fortalecía físicamente, y llegó a la edad adulta.
¿en qué aspectos se desarrollan nuestros niños y jóvenes?
3-13. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos, individualmente.
3-14. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de dios expuesta en LC. 2, 22-40 a nuestra vida.
Respondemos las siguientes preguntas, ayudándonos del Evangelio que hemos meditado, y de la consideración que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
3-1-1.
¿Qué es la circuncisión?
¿Cuándo eran circuncidados los Israelitas?
¿Por qué se practicaba la circuncisión en Israel?
¿Qué otra cosa se hacía con los varones el día que se les circuncidaba?
¿Qué significaba la circuncisión?
3-1-2.
¿Por qué eran presentados los primogénitos judíos ante Yahveh?
¿Cómo recuperaban los israelitas a sus primeros hijos después de habérselos presentado al autor de la vida?
3-1-3.
¿Cuántos días eran impuras las mujeres que tenían niños?
¿Cuántos días eran consideradas pecadoras las mujeres que tenían niñas?
¿Qué animales sacrificaban los judíos a fin de que las mujeres fueran perdonadas de su impureza?
¿Qué animales sacrificaron José y María?
3-2.
¿Qué significa el hecho de que Simeón vivía en Jerusalén?
¿Qué significa el hecho de que Simeón era justo?
¿Por qué justificamos el hecho de que la vida de Simeón estaba caracterizada por el cumplimiento de la voluntad divina?
3-3.
¿Qué le reveló el Espíritu Santo a Simeón?
¿Qué es la paciencia?
3-4.
¿ACtuamos movidos por el Espíritu Santo como lo hizo Simeón?
¿Basamos nuestra profesión de fe en la adquisición de conocimientos filosóficos, en el cumplimiento de mandamientos, o actuamos por libre?
¿Cómo se nos revela el Espíritu Santo?
¿Nos exime el Espíritu Santo de cumplir prescripciones religiosas? ¿Por qué?
¿En qué sentido son útiles las prescripciones religiosas?
¿Cuándo ha de evitarse el cumplimiento de las prescripciones religiosas?
3-5.
¿Por qué se dispuso Simeón a morir en paz?
¿Por qué se dispuso Simeón a morir en lugar de disponerse a predicar su fe o a hacer el bien en beneficio de quienes necesitaban ayuda?
¿Cómo pudo Simeón creer en Jesús sin saber el día exacto en que iba a ser redimida Jerusalén?
¿Por qué creemos en Dios?
¿Cómo hemos llegado a tener fe en Dios?
¿Estamos haciendo algo para lograr que nuestros prójimos los hombres lleguen a creer en Dios?
¿Somos cristianos activos, o nos hemos negado a profesar la fe que nos caracteriza porque nos han desengañado nuestros hermanos en la fe?
¿Para qué se nos insta a los cristianos a que nos dejemos purificar y santificar por el Señor?
¿Vivimos en presencia del Señor, o creemos que ello sólo sucederá cuando seamos ascendidos al cielo?
¿Es el cielo un lugar, o un estado de felicidad permanente?
3-6.
¿En qué sentido vio Simeón la salvación de Dios?
¿Quién es la salvación que añoramos?
¿Cómo logró Simeón hacer de la espera del advenimiento del Señor su sentido de vida?
¿Está relacionada la fe que profesamos con la más poderosa de las razones que nos mantiene vivos?
¿Hemos experimentado a Jesús en nuestra vida?
3-7.
¿Por qué puso San Lucas en la boca de Simeón las palabras referentes a que Yahveh es el Dios de toda la humanidad?
Si Dios no discrimina a nadie por ninguna causa, ¿por qué enseñan los judíos, los musulmanes y los cristianos, que quienes no cumplen sus prescripciones religiosas, no son dignos de ser amados por Dios?
3-8.
¿Creemos que Jesús es un don de Dios? ¿Por qué?
¿Hasta qué punto se hizo Jesús semejante a nosotros?
¿en qué sentido fue Jesús diferente a nosotros?
¿Cómo podemos demostrar que Jesús pasó por el mundo haciendo el bien?
¿Para qué padeció, murió, resucitó y fue glorificado Jesús?
¿Para qué ungió el Espíritu Santo a Jesús cuando San Juan Bautista bautizó al Señor?
¿Por qué es Jesús Profeta, Sacerdote y Rey?
¿Qué significa el hecho de que Jesús es la luz del mundo?
¿Quién fue la primera persona que le hizo una profecía a María?
3-9.
¿Por qué cayeron unos y se levantaron otros en Israel, y ello dependió de su rechazo o aceptación de Jesús?
¿Por qué no podemos mantener una posición neutral frente a Jesús los cristianos?
¿Por qué afectó el rechazo de Jesús por parte de gran parte de la humanidad a María?
3-10.
¿Por qué representan Simeón y ana el anhelo de Dios característico de la humanidad?
¿Se puede vivir creyendo en una realidad que no es perceptible?
¿Qué esperanza mantenía vivos a Simeón y a ana?
¿Cómo llegaron a ser testigos del Niño Jesús Simeón y ana?
¿Por qué no se respeta a los ancianos en la actualidad como se hacía en épocas pasadas?
¿en qué sentido pueden aportarnos su sabiduría y experiencia las personas mayores?
¿Por qué difiere la mentalidad de las personas mayores de la nuestra?
¿Cómo lograremos que nuestros abuelos se sientan dichosos?
¿Cómo abriremos vías para que los ancianos sirvan a Dios y a sus hijos?
3-11.
¿Por qué marginaban los israelitas a las viudas y a las estériles?
¿Cómo sirvió ana a Yahveh en el Templo de Jerusalén?
¿Por qué se acogió Ana a la religión cuando falleció su marido?
¿cómo lograremos que cada día haya menos Anas en el mundo que se acojan a la religión por estar desamparadas?
¿Cómo se relacionan los profetas con Dios?
¿Qué tres facetas caracterizan la misión profética?
3-12.
¿en qué campos creció Jesús antes de iniciar su Ministerio público?
¿Por qué aprendió Jesús el oficio de José?
¿Compaginamos nuestras vivencias familiares, laborales, sociales y religiosas?
¿En qué sentido creció Jesús en fe y santidad?
¿en qué aspectos se desarrollan nuestros niños y jóvenes?
¿en qué aspectos nos hemos desarrollado y/o nos hemos estancado? ¿Por qué?
5. Lectura relacionada.
Leemos y meditamos SAL. 1, 1-3.
6. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 2, 22-40.
Comprometámonos a rezar el Padre Nuestro todos los días de la presente semana al despertarnos y al acostarnos, pensando en lo que vamos a hacer -o estamos haciendo-, para cumplir la voluntad de Nuestro Padre y Dios. Ello ha de servirnos para pensar si hacemos lo correcto al acatar el cumplimiento de prescripciones religiosas.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
7. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Padre bueno:
Concédenos la docilidad con que la Sagrada Familia cumplió tu voluntad, la esperanza de Simeón, el espíritu de oración y predicación de Ana, y el deseo de no defraudarte jamás.
8. Oración final.
Leamos y meditemos el Salmo 19, alabando a Dios, valorando sus Mandamientos, y pidiéndole que nos haga sus perfectos hijos.
José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en
joseportilloperez@gmail.com